reflexión crítica del bicentenario - Confiar
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A modo de síntesis, que incluye el conversatorio posterior a las<br />
intervenciones.<br />
En su intervención Patricio Rivas problematizó el tipo de relaciones de poder que<br />
heredamos de la vida colonial y que, de sinuosas maneras, fueron entreverándose<br />
con los nuevos procesos de las naciones declaradas independientes, dando a luz<br />
realidades ambiguas y complejas que es menester discernir para situarnos en el<br />
presente siglo con perspectivas esperanzadoras y libertarias. A pesar de que dos<br />
siglos de independencia no signifiquen un destino armonioso y próspero, vale<br />
celebrar el <strong>bicentenario</strong>, pero sin hacer de él una oportunidad para la industria <strong>del</strong><br />
espectáculo y, en vez de esto, propiciar espacios de diálogo ciudadano, de <strong>crítica</strong>, de<br />
tal manera que sea posible reconocer las plurales historias que han discurrido en<br />
estos siglos, lo cual serviría a las construcciones democráticas que aún tenemos en<br />
mora.<br />
Consciente de que el destino político de nuestros pueblos deviene de las<br />
elaboraciones de sentido que se hacen en los diferentes ámbitos de la sociedad (y<br />
desde lo privado, lo cotidiano, hasta lo público), Patricio Rivas invitó a una<br />
apropiación de nuestra historia, de la pasada y de la futura, sin miedos, sin culpas,<br />
sin resignación, con voluntad creativa, para romper la tradición autoritaria y dejar<br />
de ver nuestra historia (la de los pueblos, no la de los Estados) como una continua<br />
expropiación de sentidos, ante la que permanecemos atemorizados o<br />
quejumbrosos. A cambio de esto último, apareció en el discurso de Patricio esa<br />
bella palabra que es la “invención”, que bien pudiera tomársela como principio de<br />
la historia, pues ella exige cada vez la disposición a hacer algo en el mundo, a<br />
apostar creativamente por una humanidad más propia, más digna y más justa.<br />
Por su parte, William Ospina nos hizo pensar que la historia, que a veces nos<br />
parece un saber abstracto y lejano, en verdad se encuentra imbricada en nuestro<br />
territorio, es nuestra geografía: ríos, montañas, llanuras, fauna, vegetación, formas<br />
de producción. Su evocación de La Mojana, una región prodigiosa en términos<br />
naturales y fragmentada en los mapas políticos, puso de presente que la memoria<br />
no consiste en la mera enumeración de los acontecimientos o de las cosas que han<br />
dejado de existir con “el paso <strong>del</strong> tiempo”, sino que está impresa en las formas<br />
mismas de los relieves que habitamos, y que hemos de descubrirla y darle su lugar<br />
en el presente.<br />
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