reflexión crítica del bicentenario - Confiar
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para nada la forma en que nos aproximemos, ordenemos los datos y saquemos<br />
algunas conclusiones, así sean provisionales, de qué se trata esto <strong>del</strong> segundo<br />
centenario. Hace poco celebramos los quinientos años, entonces por lo menos<br />
tenemos una confusión de cumpleaños entre quinientos años, doscientos años o<br />
cuarenta mil años –me diría alguien en México–. Y entre todos estos cumpleaños<br />
posibles y todas las tramas de historias que allí discurren, nosotros con cierta<br />
turbación vamos armando un relato, un relato que de muy distintas maneras apela<br />
a un sentido no logrado, pero siempre deseado de aquello que llamamos (que es un<br />
nombre que tampoco nos pusimos nosotros, al igual que los cumpleaños) América<br />
Latina.<br />
Mi aproximación al tema que voy tratar ahora procurará ordenar algunos procesos<br />
y sacar algunas conclusiones provisionales y, luego, en el cruce de las reflexiones<br />
que tengamos los panelistas y a lo largo <strong>del</strong> conversatorio, podremos proponer<br />
algunas otras miradas sobre el tema que hoy nos ocupa.<br />
Creo que es bastante sorprendente, cuando se mira la historia larga de lo que va a<br />
conocerse como el desarrollo <strong>del</strong> capitalismo a escala mundial, que nosotros<br />
seamos resultado ambiguo y tremendamente contradictorio de un sueño, de unos<br />
programas, de unos planes que se fraguaban entre Venecia, Madrid, París y<br />
Londres a propósito <strong>del</strong> porte que tenía el mundo; que seamos resultado de las<br />
turbaciones de unos cartógrafos que ponían en la lontananza, al horizonte,<br />
dragones y monstruos, más allá de las fronteras de ultramar; que seamos resultado<br />
<strong>del</strong> apetito de banqueros de Ámsterdam y Rotterdam; que seamos resultado de<br />
aventureros que lucharon en las guerras de liberación de España contra el mundo<br />
islámico, y que seamos resultado inconcluso, al mismo tiempo, de pueblos<br />
prehispánicos (aunque no debiera denominárselos de esa manera), pueblos que<br />
construyeron civilizaciones enormemente complejas desde Tierra <strong>del</strong> Fuego hasta<br />
la zona central de lo que hoy día conocemos como Norte América. Es decir, que<br />
seamos un resultado tan asombrosamente extraño de múltiples civilizaciones, de<br />
infinitas manos y de varios proyectos, casi todos ellos fallidos, incluido el proyecto<br />
de la conquista. Que seamos resultado de lo infructuoso dentro de lo dinámico y<br />
que seamos resultado con futuro dentro de la aparente derrota.<br />
Esas ambigüedades que quedan expresadas, más que en los ensayos de ciencias<br />
sociales de América Latina, en nuestra literatura, en nuestra poética, en nuestra<br />
visión de esta territorialidad tanto social como geográfica que denominamos<br />
nuestro espacio y que de manera bastante lúdica y notablemente rigurosa llevó a<br />
Neruda a hacer el mejor libro de geografía que por lo menos yo conozco, que es el<br />
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