reflexión crítica del bicentenario - Confiar
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latinoamericanos. Y por ahí dicen: “para ser populista hay que ser listo y hay que<br />
tener dinero”. El populismo es algo muy serio para dejárselo a quienes se creen<br />
populistas. Populista fue Perón que con el impuesto de la carne modernizó a<br />
Argentina, gracias a la segunda guerra mundial. Eso es populismo: universidades<br />
gratuitas, educación gratuita, salud gratuita, reforma urbana y universitaria (no<br />
agraria, porque en Argentina no te metes con los dueños de la tierra; pregúntenle a<br />
Cristina Fernández; pero eso es otro rollo). Segundo populismo en serio, el General<br />
Cárdenas en México, que nacionaliza el petróleo, moderniza la UNAM, los servicios<br />
de salud. Populismo es también Vargas en Brasil. Hablo de populismo en serio,<br />
aquello que tiene que ver con una alianza entre los de arriba, particularmente los<br />
<strong>del</strong> medio, con los de abajo para construir mercado interno y desarrollo. Uno se<br />
extraña de cómo, existiendo esta tradición <strong>del</strong> pensamiento político<br />
latinoamericano, alguien puede mirarte con odio y decirte: “¡Populista!”, y tú<br />
además te sientes triste, en lo cual hay una adopción de roles muy rara.<br />
Y cuando hablamos de los socialismos latinoamericanos, nos encontramos con un<br />
hombre que llega a la presidencia –como les decía– luego de declararse marxista y<br />
en un momento que no es cualquier momento: durante la Guerra Fría, y gana las<br />
elecciones. Después sabemos lo que pasa, pero da lo mismo. Entonces no me<br />
vengan a decir que esta región que se llama América Latina no tiene originalidad<br />
política… Si alguna vez ganaba las elecciones la izquierda italiana estaba asegurada<br />
la invasión de la OTAN. Aquí se logró. Pero también está la situación de Cuba, que<br />
da para una discusión muy larga, así que tomen esto en beneficio de inventario.<br />
Cuba es la dictadura de los revolucionarios; no alcanzó a ser la democracia de los<br />
revolucionarios; es como la revolución francesa en el primer periodo. Pero es de<br />
una complejidad bestial. Y está eso que llamamos revolución nicaragüense, que fue<br />
una reforma armada, no una revolución en el sentido social, es mucho más en el<br />
sentido político. Está que un obrero metalúrgico (Luiz Inácio Lula da Silva) sea<br />
presidente de la octava potencia mundial, autodidacta completo, con un sentido <strong>del</strong><br />
humor que siempre lo acompaña como buen presidente que es.<br />
Entonces hay una originalidad pero, a la vez, hay una anemia muy cargada y muy<br />
evidente de análisis de nuestras propias realidades, en una orfandad entre política<br />
y universidad que es grave. Lo que está ocurriendo en América Latina es que<br />
tenemos políticos no ilustrados (por decirlo de alguna manera) y una cultura<br />
política que se disminuye fuertemente. Aquí veo un déficit grave: el tema de<br />
filosofía y cultura política latinoamericana. Si bien hay quienes dicen que no hay<br />
filosofía latinoamericana, yo creo, en cambio, que hay una filosofía de portentosa<br />
calidad y es muy extraño, por lo demás, que nos pasamos leyendo en las facultades<br />
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