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reflexión crítica del bicentenario - Confiar

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Creo, entonces, que una de las principales ironías de esto que se ha llamado<br />

segundo centenario es que, al igual que el primero, nos ha sido expropiado. Y<br />

nosotros, de muy distinta manera, tratamos de recuperarlo y tratamos de<br />

recuperarlo porque es una fecha real, porque constituyó un momento magnífico de<br />

la historia de la construcción de los países de América Latina. Pero no sería el<br />

segundo centenario al que vendrían ni San Martín ni Bolívar (me refiero a las<br />

invitaciones oficiales que se hicieron desde Chile hasta México para la celebración<br />

de esta fecha). No sería el segundo centenario donde los 5530 hombres que<br />

cruzaron la Cordillera de Los Andes con San Martín y O´Higgins y derrotaron a los<br />

españoles en la Batalla de Chacabuco serían invitados, sería demasiado pueblo; no<br />

sería este segundo centenario.<br />

En la ambigüedad de quiénes son los invitados, quiénes invitan y cuál es la<br />

partitura de la invitación, hay un juego de poder inmenso que hay que desmontar<br />

en sus condiciones discursivas y analíticas. Éste es el segundo centenario más<br />

extraño <strong>del</strong> mundo: lo celebran los reyes Borbones; valdría la pena preguntarles si<br />

no se enteraron de que les ganamos la guerra: muy raro lo que ocurre entre los<br />

gobiernos latinoamericanos, Madrid y los borbones, que aparecen en Santiago y en<br />

Buenos Aires y en México, invitados al segundo centenario. Conste que no es gente<br />

que me caiga mal per se (ser Borbón no constituye ningún <strong>del</strong>ito), lo que digo es<br />

que no invitas a celebrar contigo a quien derrotaste, a no ser que sea un juego de<br />

masoquismo poscolonial, que podría ser. Aquí hay unas tensiones curiosas que<br />

aluden a la ambigüedad de aquello que llamamos el ser latinoamericano;<br />

probablemente sea un ejercicio nuestro de venganza o revancha histórica<br />

invitarlos, pero no deja de ser curioso (por decir lo menos) que contemos con los<br />

Borbones y no con los nuestros. Un cumpleaños con reyes y al que no asisten los<br />

campesinos de nuestros pueblos, donde su palabra no es escuchada y a lo sumo se<br />

los admite de espectadores. Entonces seguimos con las mismas ambigüedades que<br />

impidieron hace doscientos años articular una suerte de unidad política en esta<br />

región que llamamos América Latina, seguimos con la mismas tareas pendientes,<br />

no realizadas o, lo que es peor aún, creyendo haberlas realizado, sin percatarnos<br />

realmente de que están truncadas.<br />

En segundo lugar, considero que alrededor <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o de corriente principal en el<br />

cual se instaló la noción de segundo centenario, va a circular un ethos de lealtades<br />

blandas, es decir, un intento de reconstruir la alianza social, política y<br />

particularmente cultural que articula o define aquello que llamamos nación en<br />

América Latina. Y aquello que llamamos nación aquí bien poco tiene que ver con lo<br />

que los girondinos y lo jacobinos llamaban nación desde la Revolución Francesa.<br />

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