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labios; que se me fue el clavel de la sonrisa y todo porque muero todos los días, a cada instante, siempre, como las amapolas, como los eucaliptos que en función de los vientos en la angustia del hombre vuelven su rostro al mundo, miran hacia el futuro, a pleno rostro, a pleno sol, a pesar de la muerte, como los eucaliptos que en esta hora del mundo ya miran hacia el Sur. La noche En fin que son las sombras huéspedes permanentes, habitantes de un mundo tan ancho y silencioso que no lo alcanza el tiempo. Las puras sombras llegan a mirarnos de frente, o alcanzarnos el paso que llega por la espalda. Son las sepulturas de las horas más altas, tan profundas y tiernas que a veces se regresan. Las horas sí comprenden la existencia del hombre. 444
Desde todos los siglos hablan su propia lengua, traducen los recuerdos, escriben su mensaje en la pared lejana y en la cal de la aldea lo entregan sin premura... Las horas se me entregan delgadas y azules. Saltan de los relojes multiplicando espacios, en tanto que al final fijan su voz llamando a todos los rincones donde las quiebra el eco. Así pasan los días. De pronto se diluyen en signos y parábolas, en páginas abiertas, en gritos desolados, en metales sombríos, en huellas espaciales, en rito trashumante hasta que al fin las horas de regreso al segundo pasan hasta cansarse. Llega el momento exacto en que la luz se opaca. Entonces se produce el milagro total. Saltan de las tinieblas las ramas que nos llaman, del corazón del cieno las voces nos alertan como si fueran fantasmas florecidas las angustias. Por el bosque se asoman los grillos saltarines, un olor de agua fresca rebasa la pradera, mientras el campo pierde 445
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Desde su creación, el Fondo Editor
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Gobierno del Estado Anzoátegui Gob
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El lector tiene en sus manos Cien +
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Anzoátegui Selección: Fidel Flore
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IV ¡Vaya un joropo de rango! Baila
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que en su ternísimo pío y en sus
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Miranda en La Carraca Hay en este l
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ponte… ponte”… La vaca, mansa
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José Tadeo Arreaza Calatrava Canto
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porque son hiel de vida, sal de lla
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sus bajeles... ¡por él es más se
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y como el potro que en su escudo vu
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Yo estaba otro y con filosofías. P
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El barco estaba tras las nubes: El
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que ellos, bajo el ala roja de torv
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Ángel Celestino Bello Justo Brito
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Están cantando los gallos por el d
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Luisa del Valle Silva En la vida ¿
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Ada Pérez Guevara Tú nunca lo sup
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pero existe la tapia, como una nega
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Tres variaciones alrededor de la mu
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Luis José García El nombre del ho
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pues, de no ser tu camino, no me in
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Me llena de sal la boca, Y un jard
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dios de mi propio templo, hermana d
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Vinieron en mi ancestro las raíces
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Carlos César Rodríguez La casa Ol
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El baobab dejaba caer sus flores bl
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Se habrán removido tus huesos. Hab
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con adolescente plata: José martí
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efímeros ríos en las calles de la
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Francisco Salazar Martínez XXII De
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Jinete Hay chozas, palmas, vacas, g
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Camilo Balza Donatti Transformé la
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Por la casa circula un extravío de
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Rafael José Muñoz Exter omiter Ex
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Vio que los leones conversaban con
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y una hoya donde decía: Zwichung E
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Sólo veremos los ojos de los vende
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con tus dientes de metales para esp
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Jesús Enrique Barrios Otoño Vendr
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2 Vuelvo a mis desgracias. Vuelvo a
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Rafael Petit Jiménez La gota Viva
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La noche. Víctor Salazar Instante
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8 era de noche, sabías que era de
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pero una piel me enseña sus musgos
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Por eso mi penúltima casa la cuido
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Eduardo Lezama Cubiertos por la sal
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Desde el fondo del espejo Desde el
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y con la pájara pinta; ayuda a bar
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Eduardo Sifontes Escolta Bajo la lu
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sacudo rayos de sol la negación de
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Ramón Ordaz He querido llegarte he
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Marzo Esta brisa es del mar ¿o del
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Al centro, al centro, Albacea ¿qu
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la hora de la nada, el llanto, el f
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Soy el que cultivó la rosa blanca
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Arnulfo Quintero López Sólo tempe
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que cada quien cargue su sueño En
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Monagas Selección: Celso Medina
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mi alma es un templo donde sólo re
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que surjan, como el humo que arroja
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Más denigrante es la frase envilec
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Félix Armando Núñez Altaflor Sin
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Tiburcio Aparicio Lozada Pesimismo
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José Antonio Ramírez Rausseo Luna
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Julián Padrón Noche Voy con las i
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después de despedir a la novia en
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Sobre el espectáculo atardecer ha
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Alarico Gómez Objeciones al soneto
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3 A veces los relojes son óleos na
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como cuando la muerte nos lleva un
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Nómada de los surcos: ellos fecund
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a aprender cosas lindas y a jugar V
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Simón Sáez Mérida II Ayer, las m
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José Lira Sosa Fiat-Lux de mediod
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ecuerda en el vértice de mis dedos
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Incertidumbre Tal vez no sea cierto
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César Suppini Esta casa Esta casa
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Sonámbula Así como los pájaros c
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Apenas me llamaba dos veces al día
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Cultivo surcos de mi sangre Persist
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un extraño centelleo que no logro
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Caminar madrugadas veinte kilómetr
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Domingo Rogelio León La búsqueda
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y sobre cada cual la ajena angustia
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Madrigal I Hoy he visto florecer la
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Ya la noche con su manto de azabach
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Miguel Tineo Frente a la iglesia Ca
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por apurruñarme en su regazo y tar
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Angustia. Oh, angustia. En la orill
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ecorre barrios pobres de tu infanci
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Jacinto Ramírez Noriega La ciudad
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de la chica orgullosa que vivía m
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Cantos del viaje 194 ¡Qué buscan
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El pasto comienza a verdecer cae el
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Ramonetta Gregori Mi pueblo era de
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Coromoto Renaud Quiero tocar tu pue
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Carlos López Húmeda antes del ama
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Por la espalda A ritmo De saliva Y
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Zoilo Abel Rodríguez Si no tengo
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No comprendo como pueden algunos ob
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Toma de poder Cuando se muere dentr
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¿Para qué robar retazos a la noch
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Nueva Esparta Selección: Chevige G
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Carta 2ª (Fragmento) ¡Oh Júpiter
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El cual pasearse puede en pocas tre
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Entre la Inquisición y el libre pe
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M. A. Mata Los robles florecidos To
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Mas, déjame a tu lado; me fascinas
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Pedro Navarro González ¡Oh, imbé
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¡Se va el sol y no vuelves a tu ni
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fácil se acoge a la caricia leda d
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Voló el grito de Domingo sobre la
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en una estrella muy alta; así lo c
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Pedro Rivero Isla En tu sed infinit
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minúscula semblanza del mar muerto
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y la noche, la noche inmensa... Vam
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Escucha, Flor... Escucha, Flor, la
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Umbral de ausencia Entre su ágil a
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quiero olvidarme de que atrae el ma
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Luis B. Prieto F. El caracol marino
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En un revuelto mundo de hojas nace
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José Oliveira Conseja de Francisco
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Conseja de Ana Rojas I Los indios e
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V Ana de Rojas, el rumbo, que mi pe
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* Ante el anhelo del hombre la comp
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Luis Castro Normal Estoy hecho un h
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Y naufragando en ella, flaqueo sobr
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Heraclio Narváez Alfonzo Prevenci
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miradas como en desaire. Expresione
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Ansias de amar ¡Cómo siento mi cu
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Francisco N. Castillo Alba en la pl
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2 Ante el grito del náufrago claud
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Francisco Gutiérrez El mar de oscu
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Cada mañana recorre las calles de
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José Elías Villarroel Tragedia ma
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Juguetean lindos destellos En los f
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Rosauro Rosa Acosta Tono, el vigía
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De ver tus labios, Marina, tatuados
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Oye el eco de pasos en la arena: ¡
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un olor como de algas podridas , br
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al amparo del cerro que la defendí
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los edificios en propiedad horizont
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Y fue el viento buscando en sueño
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No viene la ausente, la tácita, La
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José Rosa Acosta El viaje Me voy.
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Será el día de rescatar la luz. E
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Arrúyame este sueño sin mañana,
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El aire amplio y absoluto lleva mú
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Explicación Porlamar en el rumbo y
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Público el reto concluye con ocho
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Efraín Subero Puerto I La noche so
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Los turistas tomaron rápidamente m
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su canción no suelta al viento, es
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Jesús Ramón Villarroel Un despert
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Ángel Fernando Guilarte Sangre Tod
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duerme en el fondo de la tierra, su
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José Ramón Villarroel Trovo Recor
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Ángel Félix Gómez 14 Uno ha vivi
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Un sol escapó y como un náufrago
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¡A casa! De vuelta a casa otra vez
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El viento que eriza la piel del agu
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Magaly Salazar III Eres vigencia al
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XIX La arena dijo a la piedra: ¡B
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A Fabricio Ojeda Ha llegado el día
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Vicente Coronado El cóndor En la e
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Esta del hombre la mezquina suerte;
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Y tanta sublime gloria va con los s
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Tal es la que en la mente soberana
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Como flor agostada del desierto mi
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Consonancias Tú eres la fuentecill
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Juan E. Arcia Hojas Cuando tristes
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cuando el cansado pescador divisa e
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José María Milá de la Roca Díaz
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pronto al puerto ha de llegar donde
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Fin ¿Por qué el insecto se mueve,
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Juan Miguel Alarcón Canción de no
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Andrés Eloy de la Rosa Canciones n
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Con todo esto que pasa tengo el mie
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Rosa Alarcón Blanco No rompas los
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Il poverello Se fue por el camino p
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viento el sueño de sus aguas, enla
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El lego del convento Al recorrer lo
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última hora. Unas flores se prendi
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otro medita ante el vaivén del agu
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Este, que ventana parece a lo lejos
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ni sirves, como antaño, de picota,
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Tus pies, las navecillas irreales q
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Cielo y mar En este panorama que di
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a la luna lanzaba sus aullidos, mie
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florecieron tus huellas en amarga l
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Page 397 and 398: Pretender abolir en absoluto las ma
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Page 433 and 434: En el mar tengo tu voz, alma total
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Page 443: Luis Beltrán Mago VI Será mejor e
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Page 453 and 454: Tu fogaje ese fogaje tuyo con vehem
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Page 459 and 460: Plegarias del dolor, ledos rumores,
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Page 463 and 464: Luis José Bonilla VIII Ah estació
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Page 467: se sumerge en avatares graba soleda
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Page 477 and 478: Anzoátegui Tomás Ignacio Potentin
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