hilsdale, paul - ora..

192 ORACIONES DE TESALONICENSES
madas de los cinco capítulos dé la 1 Tesalonicenses. Sintetizan
suficientemente toda la Carta. Sin embargo, uno de sus temas
principales aparece sólo marginalmente, la parusía o segunda
venida de Cristo. Como resultado, las dos conmovedoras oraciones
sobre la muerte y la vida futura (Oraciones núms. 94
y 95) son de tono más individualista que los pasajes originales
de los que han sido tomadas. Los cristianos de Tesalónica y
Pablo parecen haber estado muy poco preocupados con respecto
al juicio particular (un asunto privado) y mucho más interesados
en lo concerniente al «Día del Señor», el Juicio Final,
una especie de última liturgia comunitaria. Por eso se figuraban
a Cristo, menos como salvador de los individuos y más
como salvador de la Iglesia.
Por desgracia, es difícil encontrar pasajes específicos de
oración que expresen este punto de vista característico de la
comunidad. De este modo, el tono de nuestra selección es
bastante más individualista que el de la Carta en general. Estas
oraciones expresan la gratitud de quien ha sido rescatado de
la desesperanza del paganismo (Oración núm. 91); las reflexiones
de Pablo sobre su vocación de apóstol, llamamiento oficial
al ministerio de la Palabra (Oración núm. 92); la manera
de ver un cristiano su trabajo, su negocio o profesión (Oración
núm. 93), y, como conclusión, una rápida revista a algunas
de las diferentes clases de caridad práctica (Oración número
96), concluyendo con la aseveración final de que «fiel
es el que nos ha llamado» y no nos decepcionará.
Cada una de las tres oraciones de la II Tesalonicenses está
tomada de uno de los tres capítulos de la Carta. Contienen un
poco más del sentido de la comunidad y solidaridad cristiana
del Apóstol. La primera es un cálido agradecimiento por las
EL DIOS VIVIENTE 193
alegrías de la amistad cristiana y por el aliento moral que sólo
los buenos amigos pueden dar (Oración núm. 97). La segunda
contempla el «Día del Señor», para el cual debemos prepararnos
permaneciendo fieles a «las tradiciones en que fuimos
intruidos» (Oración núm. 98). La tercera se vuelve hacia los
asuntos prácticos de la vida, a nuestro deber de ganarnos el
pan cotidiano «con trabajo y fatiga... para no ser gravosos a
ninguno de los hermanos» (Oración núm. 99).
91. EL DIOS VIVIENTE
Cronológicamente, ésta es la primera de las cartas de Pablo.
Por esta razón, la enumeración de fe, esperanza y caridad
es la primera mención que se hace de esta trinidad de virtudes
en un documento cristiano. ¿Por qué no tengo una caridad
tan incansable y una esperanza tan ardiente como los cristianos
de Tesalónica? Después de todo, yo también he sido rescatado
del culto a falsas deidades como Júpiter Capitolino, o
la Física, o el Materialismo dialéctico. Y a mí también se me
ha dado la sabiduría de ver a través de estas cosas muertas
y sin vida, volviéndome «de los ídolos a servir al Dios viviente
y verdadero».
J Tes.
Padre Eterno,
nunca podré agradecerte suficientemente
el don de la je, esperanza y caridad
que me has dado,
1, 3 el haberme llamado a la actividad de la fe,
a la eficacia de la caridad