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64 ORACIONES DE I CORINTIOS<br />
a ser más o menos el mismo que daríamos a un muchacho<br />
destinado al frente en tiempo de guerra. Si ésta fuese la interpretación<br />
correcta, el motivo por el cual un hombre no debería<br />
añadirse la carga de «cómo complacer a su mujer» sería<br />
que «el tiempo señalado se ha hecho muy corto». ¿Daría San<br />
Pablo el mismo consejo hoy, teniendo en cuenta las condiciones<br />
radicalmente diferentes de la vida moderna? Todo el problema<br />
es demasiado complicado, pero aún no hay suficiente<br />
evidencia para probar el punto de vista, comúnmente admitido,<br />
de que Pablo presenta aquí la superioridad sin reservas de<br />
la virginidad sobre el matrimonio (1). Dejada de lado la controversia,<br />
la siguiente <strong>ora</strong>ción es, por lo menos, un saludable<br />
aviso a casados y solteros, de que deberíamos preocuparnos<br />
menos de nuestra tranquilidad y más del amor de Cristo en<br />
nuestras palabras y acciones. En resumen, lo que necesitamos<br />
es cambiar de actitud y no de estado de vida.<br />
I Cor.<br />
7, 29 El tiempo es corto.<br />
Por tanto, de ah<strong>ora</strong> en adelante,<br />
aquellos de entre nosotros que tenemos mujer,<br />
vivamos como si no la tuviéramos.<br />
30 Los que ll<strong>ora</strong>mos,<br />
como si no llorásemos.<br />
Los que nos alegramos,<br />
te pedimos ver más allá de nuestra alegría.<br />
Y los que compramos<br />
te pedimos no ser esclavizados por la posesión.<br />
31 La figura de este mundo pasa,<br />
y yo, Señor, deseo<br />
estar libre de preocupaciones.<br />
(1) Cfr. N. del T. a la <strong>ora</strong>ción anterior.<br />
LA LIBERTAD Y SUS LIMITES 65<br />
32 Los célibes<br />
se preocupan de tus cosas, Señor,<br />
y de cómo agradarte.<br />
33 Pero el casado<br />
se preocupa de las cosas del mundo<br />
y cómo agradar a su mujer;<br />
está, pues, dividido.<br />
34 La mujer no casada...<br />
se preocupa de las cosas de su Señor,<br />
de ser santa corp<strong>ora</strong>l y espiritualmente.<br />
Y a mí, allí donde esté,<br />
en el oficio que tenga,<br />
dame la gracia de estar unido a Ti<br />
con un c<strong>ora</strong>zón no dividido.<br />
29. LA LIBERTAD Y SUS LIMITES<br />
En el mercado de Corinto se vendía la carne de los animales<br />
sacrificados en ceremonias paganas. ¿Podían comprarla los<br />
cristianos, o no? Los más conservadores, legalistas convertidos<br />
del judaismo decían, NO. Los liberales, en cambio, SI. Así<br />
le expusieron el problema a Pablo. Los principios que él dictó,<br />
como respuesta, eran claros: los alimentos no están contaminados<br />
porque no hay deidades paganas que los puedan contaminar.<br />
La carne es carne y está bien para una mesa cristiana.<br />
Pero, un desnudo principio, «ciencia», no es suficiente. Más<br />
importante es para los corintios una caridad capaz de inclinarse<br />
ante la conciencia delicada, aunque mal informada, de sus<br />
hermanos.