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Alberto Vazquez Figueroa - Sicario.pdf - LaFamilia.info

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<strong>Sicario</strong>. <strong>Alberto</strong> Vázquez-<strong>Figueroa</strong> 36<br />

La violencia, señor, es como una piedra al borde de un abismo. Lo mejor<br />

es no tocarla, y cuando se la toca se la puede frenar con un pequeño<br />

esfuerzo, pero si se permite que ruede arrastrando tras sí rocas<br />

mayores, llega un momento que ya no hay quien la controle.<br />

Así ocurrió en Colombia.<br />

Hubo un momento, y que conste que le hablo de oídas, pues eso es<br />

algo que ocurrió antes de que yo naciera, en que unos pocos creyeron<br />

que la violencia era una sinrazón de su exclusivo patrimonio, pues<br />

tenían gran cantidad de tierras y riquezas, pretendían conservarlas, y<br />

cuando empezaron a descubrir que alguien les discutía la legitimidad de<br />

todo ello, imaginaron que eran también los únicos propietarios de la ley<br />

de la fuerza.<br />

Lo fueron por un tiempo, más luego la piedra comenzó a rodar<br />

desmelenada y dudo que alguien pueda ya detenerla.<br />

Quince o veinte mil muertos anuales, ¡resulta imposible saber la cifra<br />

exacta!, es lo que se suele cobrar la violencia colombiana, y lo más triste<br />

es que ninguna de esas muertes resolvió jamás el más pequeño de<br />

nuestros problemas nacionales.<br />

«Los Limones» son un ejemplo muy claro en este caso, y se lo digo yo,<br />

que de violencia sé bastante.<br />

Mataban a destajo, pero no tenían en cuenta que cada día que mataban<br />

a un «"gamín" hijo de puta» nacían cuatro o cinco hijos de puta que<br />

acabarían convirtiéndose a su vez en «gamines».<br />

Era como tratar de contener el cauce de un río con las manos.<br />

Cuando alguien se acostumbra a convivir desde niño con el hambre y el<br />

frío, acaba también por acostumbrarse a vivir con el pánico.<br />

Y «Los Limones» habían pasado toda su vida asesinando en una ciudad<br />

pequeña y en el campo.<br />

Bogotá se les quedó muy grande.<br />

Su indiscutible éxito inicial se debió sin duda a la magnífica <strong>info</strong>rmación<br />

que recibían sobre la identidad y las costumbres de sus víctimas, pero<br />

cuando llegó un momento en que los nuevos candidatos a seguir el<br />

camino del Depósito tomaron precauciones y comenzaron a preparar a

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