08.05.2013 Views

La habitación del miedo - El despertar de los muertos

La habitación del miedo - El despertar de los muertos

La habitación del miedo - El despertar de los muertos

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sueño no era más que un reflejo <strong>de</strong> un cambio en sus<br />

sentimientos que ella, <strong>de</strong> modo consciente, aún se negaba<br />

a admitir. Ahora pensó que tal vez ella quería apartarlo sin<br />

más <strong>de</strong> su lado. Y aquella era una excusa perfecta.<br />

Pero las lágrimas que Amanda <strong>de</strong>rramó al<br />

<strong>de</strong>spedirse le convencieron <strong>de</strong> lo contrario. Pese a la<br />

repulsión que le causaba en <strong>los</strong> últimos tiempos su mero<br />

contacto, que i<strong>de</strong>ntificaba con aquella incomprensible<br />

pesadilla, al <strong>de</strong>spedirse fue ella quien lo abrazó y lo besó<br />

con la <strong>de</strong>sesperación <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>miedo</strong>.<br />

Damián se fue. No estaba seguro <strong>de</strong> regresar, <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r volver.<br />

Amanda, durante la noche, quiso creer que la<br />

falta <strong><strong>de</strong>l</strong> Damián real eliminaría al falso Damián <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

sueños. Pero no fue así. No, al menos, la primera noche.<br />

En la que la pesadilla se repitió tan cruel como otras<br />

noches. Y al <strong><strong>de</strong>spertar</strong> no encontró el consuelo <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

hombro amigo. Aunque tampoco el rostro <strong><strong>de</strong>l</strong> monstruo<br />

con aquella incongruente expresión sorprendida y apenada<br />

que siempre le <strong>de</strong>dicaba su amado.<br />

Estuvo a punto <strong>de</strong> llamar a Damián y pedirle que<br />

regresara <strong>de</strong> inmediato. No lo hizo. Lo echaba <strong>de</strong> menos,<br />

en cierto modo. Pero también temía ver aquel rostro<br />

infame durante el día. Añoraba aquel tiempo pasado en<br />

que verlo suponía la mayor <strong>de</strong> las alegrías, pero ahora la<br />

asustaba más tenerlo <strong>de</strong> día a su lado si no se podía<br />

liberar <strong>de</strong> su presencia –que no era la suya sino la <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

fantasma creado por ella misma- durante las noches.<br />

No lo llamó. Ni lo hizo la segunda noche en que la<br />

pesadilla se presentó otra vez. Tampoco él la llamó,<br />

aunque <strong>de</strong>seaba saber <strong>de</strong> la evolución <strong>de</strong> su mal. Aunque<br />

añoraba su mirada, sus labios, sus palabras, sus risas y<br />

sus lágrimas. <strong>El</strong>la quiso que fuera así y él hubo <strong>de</strong><br />

aceptarlo y cumplir el compromiso.<br />

Pasó una semana hasta que Amanda lo telefoneó.<br />

Fue para <strong>de</strong>cirle que la pesadilla se había borrado. Llevaba<br />

dos noches sin <strong><strong>de</strong>spertar</strong>se entre llanto. Dos noches sin<br />

sueños, noches vacías infinitamente mejores que aquellas<br />

habitadas por pesadillas. Amanda le preguntó qué tal le<br />

iba, le dijo cuánto lo añoraba y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> intercambiar<br />

cariños y buenos <strong>de</strong>seos, se <strong>de</strong>spidió tras pedir otra<br />

semana más <strong>de</strong> incomunicación. Quería comprobar que la<br />

pesadilla no retornaba, que el mal había concluido.<br />

Aunque eterna, aquella semana fue para Damián<br />

<strong>de</strong> esperanzas por realizar. Ojalá que todo transcurriera<br />

con normalidad y pudiera reunirse <strong>de</strong> nuevo con su querida<br />

Amanda. No con la Amanda asustada y nerviosa <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

últimos tiempos, con la que lo rechazaba con una mirada<br />

<strong>de</strong> <strong>miedo</strong> y asco. Volver con la Amanda que había hecho<br />

latir su corazón <strong>de</strong> un modo especial. Una larga semana <strong>de</strong><br />

espera era un precio asequible a cambio <strong>de</strong> recuperar a<br />

Amanda. A su Amanda, porque Damián también tenía dos<br />

amandas y, para su <strong>de</strong>sgracia, no podía consolarse<br />

suponiendo que una <strong>de</strong> ellas fuera imaginaria.<br />

<strong>El</strong>la, por su parte, también se sentía impaciente.<br />

Ahora que el monstruo nocturno había <strong>de</strong>saparecido, cada<br />

22<br />

vez añoraba más al Damián real, al que ahora podía<br />

i<strong>de</strong>ntificar como tal, sin confundirlo con ningún émulo<br />

imaginario. Día tras día su humor mejoraba. Con la noche<br />

renacía el temor. ¿Y si esta noche volvían las pesadillas?<br />

Pero, temerosa o no, aquello no afectaba a la evolución <strong>de</strong><br />

sus sueños, que <strong>de</strong> inexistentes pasaron a ser normales.<br />

Era una <strong><strong>de</strong>l</strong>icia <strong><strong>de</strong>spertar</strong>se sin <strong>miedo</strong>s ni traumas.<br />

Tranquila y feliz por la ausencia <strong>de</strong> la pesadilla y por<br />

recordar vagamente sueños intrascen<strong>de</strong>ntes y hasta<br />

divertidos.<br />

<strong>La</strong> mañana prometida Amanda volvió a llamar a<br />

Damián. Lo telefoneó al trabajo. Fue la única vez en que<br />

no se enfadó por ello. No le gustaba que lo interrumpiera<br />

en el trabajo. No por él realmente, sino por su jefe, uno<br />

<strong>de</strong> esos ogros reales que no se borran al <strong><strong>de</strong>spertar</strong> <strong>de</strong> una<br />

pesadilla.<br />

-Vuelve.<br />

No le dijo más. Tras el trabajo se reunieron en la<br />

casa que volvería a ser común. Lo esperaba con una cena<br />

especial, <strong>de</strong> las <strong>de</strong> velas y champán. A <strong>los</strong> postres se<br />

cobraron parte <strong>de</strong> la <strong>de</strong>uda <strong>de</strong> caricias que habían<br />

acumulado durante las últimas semanas <strong>de</strong> angustiosa<br />

abstinencia. Ya tar<strong>de</strong>, cuando <strong>de</strong>cidieron emplear el lecho<br />

para su cometido original <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>de</strong>scanso, Damián se acostó<br />

junto a ella y <strong>los</strong> dos amantes se durmieron con una<br />

sonrisa entre <strong>los</strong> labios. Sin <strong>miedo</strong>, tras tanto tiempo, a lo<br />

que el sueño pudiera traerles.<br />

No habían pasado más <strong>de</strong> tres horas cuando<br />

Damián se <strong>de</strong>spertó. Amanda lo estrujaba entre sus<br />

brazos, nerviosa y crispada. Aún parecía dormida, pero no<br />

tardó más que un par <strong>de</strong> minutos en <strong><strong>de</strong>spertar</strong> ja<strong>de</strong>ante y<br />

con lágrimas en <strong>los</strong> ojos. Esta vez no gritó. Aunque sintió<br />

más <strong>de</strong>seos que nunca <strong>de</strong> hacerlo. Sólo esa suerte <strong>de</strong><br />

resignación que da la <strong>de</strong>sesperación silenció sus labios.<br />

-Es él –le dijo a Damián- ha vuelto… ¡Ha vuelto!<br />

Y ese “ha vuelto” a Damián le sonó a segunda<br />

persona <strong><strong>de</strong>l</strong> singular, a acusación, a doloroso fracaso.<br />

Los dos amantes se mantuvieron abrazados<br />

durante unos minutos. Amanda en tensión, incapaz <strong>de</strong><br />

dirigirle la mirada. Damián consciente <strong>de</strong> que entre ambos<br />

había un tercero, un ser al que no conocía, creado por la<br />

imaginación <strong>de</strong> su novia que, sin razón aparente, había<br />

fabricado aquella barrera infranqueable que <strong>los</strong> separaba.<br />

Amanda le pidió más tiempo. Damián, <strong>de</strong>rrotado,<br />

lo concedió, convencido <strong>de</strong> que aquella separación sería<br />

<strong>de</strong>finitiva, <strong>de</strong> que ella no sería capaz <strong>de</strong> vencer <strong>los</strong> <strong>miedo</strong>s<br />

<strong>de</strong> su subconsciente. Temeroso, en cierto modo, <strong>de</strong> que<br />

ella, realmente, y aunque fuera <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la inconsciencia, no<br />

quisiera vencer<strong>los</strong>.<br />

No supo mucho más <strong>de</strong> ella. Tan sólo que, días<br />

<strong>de</strong>spués, el sueño había <strong>de</strong>saparecido. Que Amanda, no<br />

obstante, quería más tiempo. Que lo amaba, que lo<br />

necesitaba. Eso dijo cuando lo llamó. Que pronto volverían

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!