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Anuario 2007 - Jesuitas del Perú

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ESPECIAL<br />

Ilustración: Carlos Pedreros<br />

“Los daños que se pueden<br />

sufrir en una economía<br />

sin regulación son tan<br />

grandes que invitan a<br />

acudir a aquella sociedad<br />

política muchas veces<br />

desvalorizada.”<br />

El cuadro anterior altera y cambia<br />

la gestión empresarial en muchos<br />

sentidos. En particular, destruye<br />

su independencia. En cierto sentido,<br />

antaño todo era estable; hoy,<br />

todo está fluctuando. Psicológicamente,<br />

los directivos empresariales<br />

se encuentran en una situación<br />

de incertidumbre y experimentan<br />

una pérdida de su iniciativa.<br />

HACIA UNA EMPRESA<br />

HUMANA<br />

La introducción de la problemá-<br />

tica empresarial en la enseñanza<br />

social de la Iglesia Católica se<br />

produjo en los años posteriores a<br />

la Segunda Guerra Mundial. La<br />

importancia de este ámbito de<br />

reflexión radicó en que se plantearon<br />

una serie de problemas,<br />

entre ellos la reforma y construcción<br />

de una empresa humana y<br />

comunitaria.<br />

En aquel tiempo casi no se tocaba<br />

la relación de la empresa<br />

con las finanzas. La empresa<br />

obtenía las finanzas, si se puede<br />

decir, básicamente dentro de ella<br />

misma. Un concepto muy fuerte<br />

en aquel tiempo era el de reinversión<br />

o autoinversión. Casi se<br />

hubiera podido pensar en una<br />

empresa sola en el mundo y no<br />

inmersa, como lo está hoy, en el<br />

océano de las finanzas, de múltiples<br />

operaciones y con multitud<br />

de actores fuera de su control.<br />

La contradicción principal pro-<br />

33<br />

venía <strong>del</strong> carácter inhumano<br />

que muchos atribuían a la empresa.<br />

Esa percepción emanaba<br />

de un conocimiento circunscrito<br />

solamente a la sociedad de capitales<br />

o al capital patrimonial<br />

como dueño único. Al finalizar<br />

la Segunda Guerra Mundial el<br />

enfoque cambió, fruto de una<br />

cultura paternalista y porque<br />

todos los países habían sufrido<br />

las consecuencias bélicas: se<br />

afirmó que la empresa era una<br />

comunidad y debía organizarse<br />

de manera comunitaria. Era<br />

preciso considerar los aportes<br />

individuales cuantificables y<br />

la presencia de las personas<br />

mismas, todas implicadas y con<br />

verdadero derecho de gozar de<br />

un campo de iniciativa y decisión,<br />

como es propio de toda<br />

persona humana.<br />

En consecuencia, la doctrina<br />

social de la Iglesia consistió<br />

durante ese período en la afir-

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