Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
ojo, entonces lo ridiculicé. El demonio dijo, “Haak Sung pinchó mis<br />
ojos hacia afuera. Ese es el motivo <strong>por</strong> el que estoy así. ¿Por qué te<br />
estás riendo?! Él estaba intentando tener una pelea conmigo. Gritando,<br />
yo dije, “Mi abuela está en tormento <strong>por</strong> culpa de ustedes! ¿Por qué<br />
fue ella arrastrada hacia el infierno?” El demonio se mofó y me irritó,<br />
“Ella pertenece al infierno, se lo merece! Ella será atormentada más.”<br />
Furiosamente, arañé la cara del demonio con toda mi fuerza. Sangrando<br />
profusamente, esté corrió lejos.<br />
Una vez estuve en oración nuevamente, fui molestada <strong>por</strong> otro<br />
demonio. Yo estaba irritada y no deseaba confrontarlo. Decidí usar mi<br />
autoridad. “La Sangre de Jesús” Pero el demonio respondió,<br />
“¿Sangre? ¿Sangre de quién? ¿La sangre de Jesús? Oh, tú sangre?”<br />
“Correcto, si tú quieres una pelea, vamos a pelear!” grité yo. Los<br />
demonios atacaron en grupos pero <strong>por</strong> alguna extraña razón, cuando yo<br />
hice una curva con mi puño alrededor, ellos todos caían como grupo. Si<br />
golpeaba a los demonios en el estómago, sus ojos reventaban hacia<br />
afuera. Cuando golpeaba sus narices, sus narices empezaban a sangrar.<br />
Cuando yo agarraba sus piernas y los mecía a ellos, sus piernas se<br />
estiraban como una banda elástica.<br />
A pesar de sus pérdidas, los demonios continuaban apareciendo para<br />
acosarme. Ellos estaban tratando de impedir mi habilidad para orar. Me<br />
dije a mí misma, ´Vamos a pelear haber quien gana.´ Pinché las fosas de<br />
la nariz y agarré un pedazo de cabello para columpiar a cualquier<br />
demonio que viniera cerca a mí. Yo usaba mis manos y pies como<br />
armas. Fue extraño, a medida que continuaba derrotándolos, su número<br />
solamente incrementaba.<br />
Cerca al final, habían numerosos demonios, muchos para contarlos.<br />
Todos ellos habían venido al mismo tiempo. En urgencia, yo grité,<br />
“ayúdame! Rápidamente! Santo Espíritu! Ayúdame!” En muy poco<br />
tiempo, el Señor apareció. El Señor reprendió a todos los demonios y<br />
me confortó. “Señorita Salpicada! Sé que has estado pasando <strong>por</strong><br />
mucho.”<br />
Cuando previamente asistía a otras iglesias, la mayoría de la gente<br />
frecuentemente decía que yo no era muy brillante. En lugar de<br />
enseñarme a orar y evangelizar, ellos solamente me proveían con<br />
comida. Ellos intentaban asistirme solamente con cosas materiales. Por<br />
lo tanto, yo pensaba que todo lo que tenía que hacer era tomar mi Biblia<br />
46