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firmamento. Yo sacudí a los dos demonios y comencé a orar en lenguas.<br />
A medida que oraba, un demonio con un afilado cuerno sobre su cabeza<br />
comenzó a ridiculizarme al tiempo que se sentaba en el piano. Este<br />
demonio tenía una cola larga y se veía repulsiva. Fui capaz también de<br />
capturar este demonio y estuvo muy asustado. Este intentó escapar<br />
moviendo sus alas que se asemejaban a la de un murciélago. Pero fui<br />
capaz de arrastrarlo hacia el piso y estampillarlo sobre éste. Yo lo asalté<br />
sin misericordia.<br />
Cuando estaba golpeando al demonio, el Señor vino cerca a mí. “Oh!<br />
Estás haciendo un gran trabajo. Tú estás derrotando el demonio. Yo<br />
estaba planeando llevarte al cielo y mostrarte los alrededores pero tú<br />
estás ocupada luchando contra los demonios. ¿Qué piensas?” Yo<br />
respondí, “Jesús! Yo puedo ir al cielo después. Tengo que derrotar a<br />
todos los demonios ahora!” El Señor dijo, “Correcto, derrota los<br />
demonios y se victoriosa.” El Señor se paró y observó al lado mío. Los<br />
demonios estuvieron aún más temerosos e intentaron escapar cuando<br />
vieron a Jesús. Jesús caminó hacia el altar donde el Pastor estaba<br />
orando. Él acarició y dio palmaditas a la cabeza del pastor,<br />
especialmente la parte donde el estaba quedándose sin cabello. El Señor<br />
luego se fue hacia donde Joseph y suavemente tocó su pie y cuerpo.<br />
Jesús estaba tocando las áreas de dolor. Yo no estaba muy complacida<br />
de que Jesús se fuera de mi lado. Yo fuertemente grité, “Abba, Abba!”<br />
(palabra Aramea que significa Padre).<br />
Una vez que Jesús se fue, un demonio apareció en el altar y vino hacia<br />
mi. Yo estaba irritada <strong>por</strong> sus comentarios sarcásticos. Traté de ignorarlo<br />
pero este continuó burlándose y hablando abusivas palabras hacia mí.<br />
Mi temperamento estaba siendo probado. Me puse muy enojada. Yo le<br />
agarré y lo sacudí. El demonio se quejó, “me estoy mareando! Estoy<br />
muy mareado! Suéltame!” Yo noté que el demonio tenía ojos dentro de<br />
sus ojos. Ambos ojos internos estaban mirándome fijamente. Fue muy<br />
escalofriante. Con voz severa dije, “¿Cómo te atreves a mirarme<br />
fijamente a mí?” Puncé los ojos del demonio con mi dedo. Ya que el<br />
demonio tenía múltiples ojos dentro de este ojo, tuve que punzarlo<br />
muchas veces. “Ah! Mis ojos, mis ojos!” El demonio gritaba en terror<br />
pero yo no dejaba ir, continué sacudiéndolo alrededor y alrededor. Él<br />
gritó, “déjame en paz! Déjame en paz! Si no me dejas ir, yo te<br />
morderé!” Ya que me amenazó, lo sacudí con más intensidad. Luego el<br />
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