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Wolf
el Incomprendido
necedad y la estupidez humana. No en vano, como muchos mor-
tales, ha tratado o, mejor, se ha rozado intermitentemente con
infinidad de torpes, insensatos, mamelucos, zoquetes, menteca-
tos, mastuerzos, gaznápiros, mandrias, borregos, fatuos, zampa-
tortas, imprudentes y una larga serie de bambarrias y estultos que
asolan este mundo cruel. Ya se sabe el dicho: “Stultorum nume-
rus, infinitus est”. Él dice que la sentencia es de Salomón, impar-
tida una noche de largas libaciones. Salomón gustaba mucho del
tostadillo. Hablando de tostadillo, ¿qué será del Papa Clemente?
Y claro está, como los necios son legión, llegan a pasar
desapercibidos para la mayoría de hombres sensatos y mujeres
mesuradas. Hay que estar muy despiertos para discernir y separar
unos de otros. El pazguato está infiltrado en casi todos los secto-
res de la sociedad: en el taller, la oficina, la industria agropecua-
ria, la universidad, la música, la política, la milicia, el burdel, el
clero, la medicina, el comercio, las sociedades recreativas, la
familia, el municipio y el sindicato. Mucho tontucio además se
acerca peligrosamente a la cualidad de jumento. O de macarra,
que de todo hay, por ejemplo, en el negocio musical. En este caso
se produce el efecto frontón. Algunos de los necios soplagaitas
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