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Wolf
el Incomprendido
colegir que quien responde con las siglas n/s, es un necio, un
estulto. ¿Cómo es posible que alguien responda que no sabe si le
gustan los blancos, los verdes o los amarillos? Pues, aproxima-
damente, un veinte por ciento de la población.
También es muy corriente encontrarse con otro tipo de
necio: el nescio pesadus. ¿En qué cabeza cabe que un humanoi-
de aborde al obispo vestido con la capa pluvial cuando se dirige
al altar mayor para celebrar una misa de pontifical? Apartando a
codazos a todo el cabildo oficiante, se acerca al mitrado con gran
desenvoltura y la intención de entregarle unos papeles.
Penetrante olor a incienso invade el recinto sagrado.
- Señor obispo, perdón, no sé si se acuerda de mi. Soy
Jacinto, el primo del sacristán de Santo Toribio. Pues nada, que
estaba aquí rezando y me dije, pues aprovecho para darle a Su
Reverendísima el currículum vitae de mi sobrino Juanín, el
seminarista. Acaba este año. Mire a ver si le coloca en Astorga.
No es por nada de nada ni cosa ninguna, pero vale mucho. Y, más
bueno que el pan.
Mas, según Wolf, quienes deben sufrir al nescio pesadus
con excesiva frecuencia son los alcaldes y otras instancias meno-
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