PSICOLOGÍA - Fundación Gustavo Bueno
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propiamente resolver esta cuestión para encarecer la importancia del conocimiento<br />
de los universales, que ya queda, por lo que precede, demostrada.<br />
Pero, sin embargo, a fin de comprender la verosimilitud de la tesis tomista<br />
basta meditar en este hecho: Cuando queremos describir a un amigo cómo<br />
es una persona a quien aquél no conoce tenemos que recurrir a ideas generales.<br />
Le diremos, por ejemplo, que es español, joven, alto, etc.; todas estas<br />
ideas pertenecen también a otras personas. Es decir, que sin recurrir a la percepción<br />
no lograremos transmitir nuestro conocimiento de la persona en cuestión.<br />
Sería necesario enseñarle una fotografía, y sobre todo «presentársela», pero<br />
tanto lo primero como lo segundo ya supone una percepción sensible del singular,<br />
no un conocimiento intelectual de él.<br />
H. Distinción entre el problein;» ontológico y el problema psicológico<br />
de los universales.<br />
No deben confundirse estos dos problemas:<br />
1) El problema ontológico de los universales, que busca averiguar qué<br />
tipo de ser corresponde al universal, es decir, si sólo existe en mi entendimiento<br />
(KANT) o si existe en un lugar celeste (PLATÓN), o si potencialmente<br />
en las cosas reales (SANTO TOMÁS) o si no existe en ningún lado<br />
más que en las palabras (Nominalismo).<br />
Este es el «problema de los universales» por antonomasia.<br />
2) El problema psicológico de los universales, que trata de averiguar si<br />
conocemos los universales y de qué manera los conocemos.<br />
Entre estos problemas—el ontológico y el psicológico—existe estrecha relación,<br />
pero son en rigor problemas independientes. Así puede haber quien<br />
opine que no existen miiversales fuera de la mente, pero, en cambio, que<br />
éstos son una necesidad del conocimiento, que no puede funcionar sin ellos;<br />
tal es la solución de KANT. Puede haber también quien crea que existen<br />
ontológicamente los universales, pero que nuestro entendimiento es incapaz<br />
de conocerlos.<br />
Ahora bien: cuando las soluciones ontológica y psicológica no marchan<br />
en armonía (como sucede con los casos recién citados), el problema del ser<br />
y del conocer está resuelto en un sentido escéptico y negativo. Pues si sólo<br />
existen los imiversales en nuestra mente, nuestro conocimiento sería puramente<br />
fenomenal (KANT); propiamente no podríamos decir que conocemos el<br />
ser; esto mismo hay que concluir en el segundo de los casos citados. La unidad<br />
del ser no quedaría salvada: estaríamos en el más pleno equivocismo.<br />
Solamente cuando a la par se admite la solución realista moderada al<br />
_ 204 —<br />
<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong> & Leoncio Martínez, Nociones de filosofía. Quinto curso, Ediciones Anaya, Salamanca 1955