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PSICOLOGÍA - Fundación Gustavo Bueno

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i.* Teoría del signo reiterado.<br />

Esta teoría sostiene que el universal se produce en el hombre de la siguiente<br />

manera:<br />

Ante un objeto A (conocido por los sentidos) el hombre pone una señal M<br />

para acordarse de él. La señal M no tiene, en principio, nada que ver con A<br />

(por ejemplo, el ladrón de las Mil y una noches ponía una cruz con tiza en la<br />

casa que quería robar). Otras veces M puede tener que ver naturalmente con<br />

A, pero como pura señal (por ejemplo, el humo es señal natural del fuego). Es<br />

decir, que la señal o signo puede ser convencional (artificial) o natural.<br />

Ahora bien: según los defensores de esta doctrina (OCCAM, BERKELEY,<br />

y MILL) cuando la señal M, en lugar de ser empleada solamente para designar<br />

al objeto A, la empleamos también para designar a los objetos (B, C, D..., R)<br />

entre los que existe cierta semejanza, se transforma, de signo particular, en<br />

signo universal. Este es útil—dicen—como economía de signos que abrevia el<br />

trabajo mental y lo hace posible.<br />

Refutación. Si un signo M lo aplicamos a varios objetos (B, C, D..., R)<br />

totalmente distintos, el signo M jamás será un universal, sino un signo equívoco<br />

(como cuando aplicamos la palabra ¡jato al felino y al objeto mecánico).<br />

Luego entre los objetos (A, B, C..,, R) debe haber semejanza. Pero la semejanza,<br />

por sí sola, no daría tampoco un universal (el animal conoce también<br />

semejanzas: el perro, por ejemplo, se asusta ante la imagen de un brazo amenazador<br />

que ve en un espejo, y que es semejante al brazo real). Entre varios<br />

objetos (A, B, C..., R) una cosa es advertir la semejanza entre ellos, en virtud<br />

de la cual referimos los unos a los otros, y otra cosa es separar (abstraer) el<br />

fimdamento de esa semejanza (por ejemplo, la forma, el color) hasta el punto<br />

de poderlo pensar sin necesidad de pensar en (A, B, C..., R). El universal sólo<br />

comienza a existir en este segundo caso.<br />

Adviértase que la separación (absrracción) a que nos referimos es la total y no sólo<br />

la formal, que ya se pra'.'tica por los sentidos; abstracción formal, en cuanto sentimos<br />

o conocemos una parte concreta del objeto como desligada o destacada de las otras<br />

partes. Pero esta abstracción, por sí misma, sigue dándonos contenidos particulares<br />

o concretos. (Este color, esta figura.) Abstracción total es cuando separamos no una<br />

parte, sino el todo, pero no porque lo eliininenios o suprimamos íntegramente, sino<br />

porque obtenemos de él un concepto que pertenece a todas las partes del objeto, mientras<br />

que la abstracción formal da lugar a un contenido que sólo pertenece o se refiere<br />

a una parte. Sea el objeto físico: árbol. Si consideramos en él las ramas como separadas<br />

mentalmente del tronco, el concepto abstracto sólo a una parte del árbol podemos<br />

aplicarlo. Pero si de varios árboles nos elevamos al concepto árbol éste podemos<br />

aplicarlo a la totalidad de cada uno de los árboles concretos. Por iso se llama «abstracto<br />

total» (También sobre los abstractos formales concretos podemos formar abstractos<br />

totales: v. gr. la idea de rama o la de Humanidad.)<br />

— 206 —<br />

<strong>Gustavo</strong> <strong>Bueno</strong> & Leoncio Martínez, Nociones de filosofía. Quinto curso, Ediciones Anaya, Salamanca 1955

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