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tipología del contrabando

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CONTRABANDISTAS SOMOS Y EN EL CAMINO NOS DESENCONTRAREMOS<br />

moral o la costumbre (que en definitiva señalan lo que debe ser o se debe entender<br />

como normal o lícito dentro de la comunidad).<br />

Para Medina García, “el <strong>contrabando</strong> tradicional es, desde su nacimiento, un<br />

fenómeno polisémico, ambiguo y paradójico”. Así, de la polisemia de la palabra<br />

<strong>contrabando</strong>, deduciríamos que contrabandista no solamente sería el que pasa<br />

clandestinamente la frontera con géneros que eluden el control fiscal (así como el<br />

sanitario u otros controles que, bajo la apariencia de querer garantizar la seguridad,<br />

calidad y salubridad de los productos, no son más que barreras proteccionistas,<br />

subterfugio <strong>del</strong> poder de los Estados modernos), sino que contrabandista es también<br />

el que hace cosas en contra de la norma o bando. Y en ese hacer o haber hecho (“cosa<br />

hecha”, dice el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua), están los<br />

frutos de quien furtivamente caza o pesca, roba leña o ganado, destila alcoholes y<br />

aguardientes clandestinamente, fabrica munición u objetos prohibidos, comercia con<br />

sexo propio o ajeno, vive en el monte o echado al monte, errante o sedentario,<br />

comercia con la fe y las necesidades espirituales de sus convecinos o práctica una<br />

medicina tradicional tanto con humanos como con animales que escapa de todo control<br />

oficial, siempre al margen de las normas <strong>del</strong> Estado y de la comunidad.<br />

A mayor abundamiento, el Diccionario de la Real Academia Española de la<br />

Lengua, entiende que <strong>contrabando</strong> además puede ser todo lo que tiene apariencia de<br />

ilícito, aun sin serlo; y en ese todo entran, a nuestra forma de ver y entender, no<br />

solamente acciones y géneros, sino también personas. Creemos por ello oportuna la<br />

reflexión de Juan el Marto, contrabandista arribeño, convicto y confeso; hoy, ya<br />

jubilado: “Por estos lugares hubo más contrabandistas que tejas en el tejado de la<br />

iglesia, por más que algunos quisieran disimularlo. Y sabe usted que dijo San Andrés<br />

que quién de lejos lo parece, de cerca lo es. Hasta al cura le <strong>del</strong>ataban los andares<br />

cuando venía <strong>del</strong> <strong>contrabando</strong>”. Ya en 1796, en su Capricho número 11 dedicado a los<br />

contrabandistas, Goya había dejado la siguiente nota manuscrita: “las caras y el trage<br />

estan diciendo lo que ellos son”.<br />

En definitiva, por “contrabandismo” deberíamos entender toda la fenomenología<br />

<strong>del</strong> <strong>contrabando</strong>. Es decir, todo lo relativo al mundo <strong>del</strong> <strong>contrabando</strong>, a su<br />

idiosincrasia, <strong>tipología</strong>s, metodologías y tecnologías, organización grupal y<br />

comunitaria, alcance, contenidos, territorialidad, etc. Y no exclusivamente “el arte de<br />

contrabandear” (metodología) como entienden nuestros vecinos lusos.<br />

Ensayo para una teoría <strong>del</strong> <strong>contrabando</strong> fronterizo<br />

Viajeros ilustres de la España de finales <strong>del</strong> siglo XVIII y comienzos <strong>del</strong> XIX<br />

–Irving, Merimée, Borrow, Dumas ... – anotan en sus cuadernos de viaje la grata<br />

impresión que llega a causarles individuos de muy distinto pelaje, como brujas,<br />

gitanos, bandoleros y contrabandistas, a los que no dudan en calificar de idealistas,<br />

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