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tipología del contrabando

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ganaban las contrabandistas, a veces ganaban los guardias surgidos de otro apeadero<br />

que confiscaban la mercancía e indagaban quién era el dueño, <strong>del</strong>ante de un vagón de<br />

mudos. Si todo iba bien, cuando el tren aminoraba la marcha, a dos o tres centenares<br />

de metros de la estación de Guarda, hacían rodar los fardos, bien acondicionados, a<br />

unos terrenos donde luego iban a buscarlas.<br />

“Era en este juego <strong>del</strong> gato y <strong>del</strong> ratón, un juego <strong>del</strong> que dependía la<br />

supervivencia de las contrabandistas y de los guardias fiscales, que circulaban las<br />

mercancías y se respondía a las urgencias de una economía e subsistencia y a la<br />

ineficacia de los circuitos comerciales.<br />

“Despachados los artículos y recibido el pago, esperaba el camino inverso, ir a<br />

casa, donde esperaban trabajos domésticos atrasados, y, de nuevo, con un parco<br />

almuerzo que devoraban en el camino, volvían a los caminos bien conocidos,<br />

laberintos que en noches de luna nueva sólo los más versados atinaban. Y el cuidado<br />

que era preciso tener para evitar tropezones con las piedras dejadas en el último paso<br />

o en las ataduras dejadas para que en ellas tropezaran los guardias y que, por mor de<br />

ello, en ellas caían ellas mismas.<br />

“Eran ásperos los senderos <strong>del</strong> camino, tanto como los de la vida que los envuelve,<br />

la epopeya sin alternativa y el destino que el instinto de supervivencia y la geografía<br />

los marcan. Aún hoy oigo las voces suaves de esas mujeres que me confiaban el secreto<br />

<strong>del</strong> escondrijo de los fardos, detrás de la leña <strong>del</strong> pajar de mis abuelos, y me dejaban<br />

colocar brazadas de vides para disimular mejor mientras reponían fuerzas con medio<br />

pan de Misuela, un trozo de bacalao frito y medio cuartillo de vino, antes de que<br />

buscaran minuciosamente uniformes en los alrededores, recuperaran los fardos y<br />

retomaran la marcha”.<br />

3.2.2. Estraperlistas españolas<br />

La subsistencia al margen de la ley siempre fue difícil y, en esa lucha por la<br />

supervivencia, hubo mujeres dignas de ser recordadas por coplas (que a nuestros<br />

efectos, valen tanto o más que biografías o crónicas oficiales), cantares y dichos que,<br />

contrariamente a lo que podría parecer, logran enaltecerlas más que denigrarlas. En el<br />

pueblo salmantino de Puerto Seguro escuchamos una charrada carnavalesca que, sin<br />

embargo, comienza con un lamento:<br />

“Ay, ay, ay, ay ... /<br />

La Charrascona ha venido /<br />

de Portugal para España /<br />

y ha traído <strong>contrabando</strong> /<br />

y la han cogido los guardias. /<br />

Que anda, que la Charrascona está mala, /<br />

Que vuelve, que la Charrascona se muere…”.<br />

TIPOLOGÍA DEL CONTRABANDO (II)<br />

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