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tipología del contrabando

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CONTRABANDISTAS SOMOS Y EN EL CAMINO NOS DESENCONTRAREMOS<br />

2.1.2. EL CONTRABANDO POR RAZONES DE MERCADO<br />

Es aquel que responde a los intereses corporativos de grandes y medianas<br />

industrias (hoy las textiles, tabaqueras, maquiladoras, fabricas de armamento, etc),<br />

cuyas producciones superan la demanda de un solo país. En esta tesitura, los gobiernos<br />

de los países productores, en la línea apuntada anteriormente por Zarzalejos, dejan<br />

hacer, dejan pasar porque son en definitiva beneficiarios indirectos de unas<br />

multinacionales poco proclives a cumplir con el Derecho mercantil internacional.<br />

El <strong>contrabando</strong> de Mercado responde también al interés de organizaciones<br />

<strong>del</strong>ictivas, que dominan territorios y mercados, como son los cárteles de la droga o los<br />

sindicatos <strong>del</strong> crimen (mafias que trafican con esclavos, trabajadores, sexo, drogas,<br />

terrorismo, niños para la guerra...), y que en ningún caso cuentan con el apoyo expreso<br />

o evidente de una nación o Estado (a pesar de que el término “narco-Estado” se<br />

encuentre sobradamente justificado). Para Green, los “sindicatos <strong>del</strong> <strong>contrabando</strong>” son<br />

aquellas organizaciones criminales que, finalizada la Primera Guerra Mundial, surgen<br />

entorno al mercado de medicamentos, estupefacientes y narcóticos, hallando en<br />

Occidente un mercado rico y en expansión. Obras de arte y minerales preciosos están<br />

también en su catálogo de bienes a traficar.<br />

Para Cabanas, el <strong>contrabando</strong> en la frontera hispano-lusa se divide en dos tipos “en<br />

función de la dimensión económica y de los recursos afectados, el de los ricos y el de<br />

los pobres, por usar una expresión rayana. Los llamaremos <strong>contrabando</strong> organizado y<br />

<strong>contrabando</strong> de subsistencia, respectivamente”. En muchos casos –y estos son los que<br />

nos interesan sobre todo–, también los pequeños mercados locales fomentan, cuando<br />

no son los que provocan realmente la aparición <strong>del</strong> <strong>contrabando</strong>; o al menos la<br />

aparición de dinámicas mercantilistas contrarias a Derecho que, sin embargo, y esa es<br />

su diabólica justificación, suponen la diferencia entre actividad y atonía económica en<br />

muchos espacios fronterizos; dinámicas donde, por otra parte, la ambición y el<br />

conflicto entre sus actores acabaran aflorando irremisiblemente.<br />

En “La vida de Rous”, un diario entrañable, leemos: “En Torregamones (Zamora),<br />

había un señor que tenía comercio y le solía comprar el <strong>contrabando</strong> a los portugueses.<br />

Como este señor les encargaba abundante mercancía para “tal día”, los portugueses se<br />

la traían, y así una vez y otra también. Como este torregamonense posiblemente<br />

pensara que no era suficiente lo que ganaba, decidió salirles al encuentro, dando un tiro<br />

a la vez que decía “alto a la Guardia Civil”, entonces los portugueses se escapaban<br />

dejando el <strong>contrabando</strong> sobre los burros o tirado por allí; momento que aprovechaba el<br />

“buen señor” para robar la mercancía. Sin escrúpulo alguno, de esta manera y otras<br />

parecidas, a unos y a otros, les fue robando la mercancía. Hasta tal punto llego su<br />

ambición que cierta noche, los portugueses se dirigieron a Torregamones con la<br />

intención de prenderle fuego a su casa, algo que al parecer por algún motivo no<br />

pudieron realizar...”.<br />

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