Capítulo 1

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camiseta era muy amplia, pero los vaqueros se ceñían a
su figura. Unas piernas increíblemente largas.
Vestida, Fallon resultaba tan deslumbrante como en
bikini.
De acuerdo. Quizás le prestaba más atención que a
los demás. ¿Qué hombre no lo haría? Era despampanante,
esa clase de mujer que sumiría en el silencio una
sala abarrotada con su sola presencia. Un hombre tendría
que estar ciego para no disfrutar de esa visión.
Al día siguiente, no tendría nada que mirar.
Esa desagradable intromisión en su vida se había
acabado. Era el último día que el equipo de la revista
pasaría en la isla. Fallon O’Connell se alejaba en esos
momentos con su coche. Stefano no reprimió una sonrisa
ante el modo en que se bamboleaba el pequeño Fiat
rojo. Seguramente había soltado el embrague demasiado
pronto. Y también conducía demasiado deprisa.
El coche levantaba una cortina de polvo a su paso.
El fotógrafo se había reunido con el resto del equipo
en la carpa.
Muy pronto, todos subirían a su camioneta alquilada
y entonces... Entonces, ya no volvería a ver a Fallon
nunca más.
Stefano se incorporó y caminó hasta la ventana.
No volvería a ver a esa gente. A eso era a lo que se
refería.
El Fiat desapareció en la arboleda que conducía a la
puerta de entrada. La camioneta lo seguiría segundos
más tarde. Stefano levantó la botella de agua en el aire a
modo de irónica despedida.
Confiaba en que disfrutaran del viaje y se alejaran
para siempre.
Su mundo volvía a ser suyo. Ya no habría más voces
perturbadoras que se elevaran desde la playa. Nadie caminaría
a trompicones entre las ruinas ni se plantaría en
lo alto del acantilado, la vista fija en su mar y en su volcán.
Ya no sufriría la presencia de Fallon O’Connell con