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Edicion No. 27 - Asorfac

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8<br />

Sangre Wayuu en la Fuerza Aérea<br />

Suboficial Técnico Subjefe León Barros Uriana<br />

Curso de Mecánicos Nº 3- 1937<br />

<strong>No</strong> son pocos<br />

los colombianos de<br />

sangre Wayuu que se<br />

han destacado en los<br />

diferentes campos<br />

de la vida nacional.<br />

Los encontramos<br />

desempeñando altos<br />

cargos del estado, en<br />

la política, las artes, la ciencia, en la música,<br />

en la literatura, en los deportes. Hay<br />

que señalar también, que bellas damas<br />

Guajiras, han ceñido la corona de reina<br />

nacional de la belleza. Dentro de las Instituciones<br />

Armadas, ciudadanos oriundos<br />

de esa tierra, han tenido la oportunidad<br />

de vestir el uniforme de cada una de<br />

ellas. En la Fuerza Aérea, fue León Barros<br />

el primer heredero de sangre Wayuu<br />

de casta Uriana que, ingresó a la Escuela<br />

de Suboficiales en 1937, se graduó de mecánico<br />

en 1939 y logró ascender hasta el<br />

grado de Subjefe Técnico.<br />

Cuando León llegó al mundo año<br />

de 1916, la comisaría de la Guajira era<br />

para los cachacos, un lugar aislado de<br />

la geografía patria que, por su historia<br />

cargada de mitos y leyendas, ejercía<br />

singular atracción. Los que habían tenido<br />

la oportunidad de visitarla, la pintaban<br />

hermosa al tiempo que enigmática, dueña<br />

de un paisaje que no se repite en ningún<br />

otro lugar del mundo. Eduardo Caballero<br />

Calderón, tras experimentar vivencias<br />

que lo impactaron emocionalmente, la<br />

describe en su novela “Cuatro años a<br />

bordo de mí mismo,” como “tierra de sol,<br />

de sed, de besos, de muerte y de misterio.”<br />

Por aquella época, apenas se percibía<br />

el rumor sobre la inmensa riqueza que<br />

escondía el subsuelo. El sustento se<br />

derivaba del duro trabajo en las minas de<br />

sal de Manaure, del ganado caprino, de<br />

artesanías producto del ingenio natural<br />

de las mujeres y del contrabando que,<br />

desde la colonia promovían europeos<br />

ávidos por las perlas que, brotaban de su<br />

riqueza marina y que, irían a embellecer<br />

cuellos de nobles cortesanas en el viejo<br />

continente. Abundaba el pescado, las<br />

ostras y las langostas, materia prima para<br />

las delicias gastronómicas autóctonas<br />

que, se combinaban con viandas<br />

importadas y con Whisky de buena marca<br />

que se bebía al clima. Como en Macondo,<br />

no se conocía el hielo.<br />

León Barros recuerda y narra en<br />

detalle, interesantes pasajes de esa<br />

época que le correspondió vivir. Nacido<br />

y criado en la ranchería Santa Rosa que<br />

ya no existe, fue su padre Juan G Barros<br />

próspero comerciante de procedencia<br />

Portuguesa y su madre de nombre Petra,<br />

meritoria mujer de pura estirpe Uriana,<br />

casta que con la Epiayu se encuentran<br />

entre las más importantes de las que<br />

tuvieron asiento en la península.<br />

En el orfelinato de San Antonio<br />

regentado por los padres Vicentinos<br />

hizo sus estudios de primaria, su niñez<br />

y juventud hasta alcanzar la mayoría<br />

de edad, transcurrieron en el auténtico<br />

entorno de las rancherías. Al comentar<br />

sobre el proceso que lo llevó a ingresar<br />

a la Fuerza Aérea, cuenta que, en los

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