pdf_200904012351
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1<br />
Canek dijo:<br />
—Hoy día los blancos celebran la fiesta de la fundación de<br />
su cuidad edificada entre los cerros de la antigua T-Hó. Nosotros<br />
de bemos recordar también las historias de nuestras ciudades<br />
ocultas. Así debemos re cordar, en la intimidad de<br />
nuestro corazón, que cuando vino el tiempo bueno fue revela -<br />
do el misterio de la ciudad de Chichén Itzá; abandonada después<br />
de muchos soles.<br />
2<br />
Canek dijo:<br />
—Los hombres blancos no saben de la tierra ni del mar ni<br />
del viento de estos luga res. ¿Qué saben ellos si noviembre es<br />
bueno para quebrar los maizales? ¿Qué saben si los peces ovan<br />
en octubre y las tortugas en mar zo? ¿Qué saben si en febrero<br />
hay que librar a los hijos y a las cosas buenas de los vientos del<br />
sur? Ellos gozan, sin embargo, de todo lo que producen la tierra,<br />
el mar y el viento de estos lugares. Ahora nos toca entender,<br />
có mo y en qué tiempo debemos de librarnos de este mal.<br />
3<br />
Canek dijo:<br />
—Los blancos hicieron que estas tierras fueran extranjeras<br />
para el indio; hicieron que el indio comprara con su sangre el<br />
viento que respira. Por esto va el indio, por los ca minos que<br />
no tienen fin, seguro de que la meta, la única meta posible, la<br />
que le libra y le per mite encontrar la huella perdida, está<br />
donde está la muerte.<br />
4<br />
Canek dijo:<br />
—Es bueno saber cuan diferente es la necesidad del indio<br />
y la necesidad del blanco. Al indio le basta para su sustento<br />
un cuartillo de maíz; al blanco no le basta un al mud. Se debe<br />
Canek 51