pdf_200904012351
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las voces de sus hijos muer tos, y junto a sus raíces los viejos<br />
sentían el aliento de sus animales perdidos. Este árbol respiraba<br />
dulzura. Los indios le llamaban el árbol bueno de la Ceiba.<br />
60 Literatura<br />
29<br />
Canek dijo:<br />
—Todos los seres, por el hecho mismo de serlo, tienen atributos,<br />
expresiones de su esencia, voces que revelan su origen<br />
y con dición. El atributo de los seres no es un ador no ni una<br />
cualidad que viene de fuera, al acaso. Su atributo es como la<br />
emanación del agua que hierve; es agua y no es agua. Así el<br />
atributo del mar es el orgullo; el atributo del sol, la autoridad;<br />
el atributo del hombre, la dignidad.<br />
30<br />
Canek dijo:<br />
—Nunca te enorgullezcas de los frutos de tu inteligencia.<br />
Sólo eres dueño del es fuerzo que pusiste en su cultivo; de lo<br />
que logra, nada más eres un espectador. La inte ligencia es<br />
como un flecha: una vez que se aleja del arco, ya no la gobierna<br />
nadie. Su vuelo depende de tu fuerza, pero también<br />
del viento y, ¿por qué no decirlo?, del desti no que camina detrás<br />
de ella.<br />
31<br />
Canek dijo:<br />
—Dicen que el cuerpo es como el arma rio donde se guarda<br />
el alma. Está bien. Sin embargo, a veces, el alma es tan grande<br />
que el cuerpo, como grano de anís, se guarda en el alma.<br />
32<br />
Canek dijo:<br />
—Nunca tengas miedo de tus lágrimas. Ningún cobarde<br />
llora. Sólo los hombres llo ran. Además, hijo, las lágrimas siempre<br />
caen de rodillas.