conocimiento de Dios - The Philadelphia Church of God
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El misterio <strong>de</strong>l hombre<br />
Ahora bien, ¿cuál es el único valor real <strong>de</strong> una vida humana?<br />
La vida humana es una existencia animal pero con un espíritu<br />
humano que da al cerebro la facultad <strong>de</strong>l intelecto. El espíritu<br />
humano hace posible la unión con el Espíritu Santo y con la<br />
mente y la inmortalidad <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>. Cuando el hombre muere, el<br />
cuerpo revierte al polvo y el espíritu regresa a <strong>Dios</strong>.<br />
v i da d e s p u é s d e L a m u e r t e<br />
El espíritu humano que se va en el momento <strong>de</strong> la muerte es en<br />
realidad un mol<strong>de</strong> espiritual, inconsciente <strong>de</strong> sí mismo. Pero en<br />
la resurrección traerá al cuerpo resucitado toda la memoria, el<br />
<strong>conocimiento</strong> y el carácter, así como la forma y apariencia que<br />
tuvo la persona antes <strong>de</strong> morir. El espíritu humano en sí mismo<br />
no pue<strong>de</strong> ver, oír, pensar, ni saber. La única vida verda<strong>de</strong>ra e<br />
inherente radica en el Espíritu Santo <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, unido al espíritu<br />
humano. El valor <strong>de</strong> la vida humana está en el espíritu humano<br />
y su potencial <strong>de</strong> unirse con el Espíritu <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>, que es la mente<br />
y la vida <strong>de</strong> <strong>Dios</strong>.<br />
Los filós<strong>of</strong>os consi<strong>de</strong>ran que el hombre tiene un valor<br />
supremo en sí. Hablan <strong>de</strong> la “dignidad humana” y <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res<br />
“divinos” inherentes en cada ser humano. Abogan por la autoconfianza<br />
y la glorificación <strong>de</strong>l yo. Hacen que el hombre mortal<br />
piense <strong>de</strong> si mismo como un <strong>Dios</strong> inmortal.<br />
Pero la verdad es otra: El único valor <strong>de</strong> la vida humana<br />
radica en el espíritu humano y su potencial <strong>de</strong> ser engendrado por<br />
<strong>Dios</strong> y más tar<strong>de</strong> nacer como <strong>Dios</strong>, como hijo <strong>de</strong> la Familia <strong>Dios</strong>.<br />
El hombre no es un “dios” en sí mismo, sino carne y hueso<br />
mortales con un cerebro dotado <strong>de</strong> intelecto gracias al espíritu<br />
humano.<br />
Por lo tanto, el hombre en sí mismo es infinitamente más<br />
pequeño e insignificante <strong>de</strong> lo que creen los supuestos sabios <strong>de</strong><br />
este mundo. Pero una vez engendrado por el <strong>Dios</strong> supremo, por<br />
la vida misma y el Espíritu <strong>de</strong>l <strong>Dios</strong> viviente que mora en él, el<br />
potencial <strong>de</strong>l ser humano viene a ser infinitamente más valioso<br />
<strong>de</strong> lo que el mundo se ha imaginado.<br />
<strong>Dios</strong> crea, como dijimos antes, por el principio <strong>de</strong><br />
dualidad. Así es la creación <strong>de</strong>l hombre, pues se cumple<br />
en dos etapas: 1) la etapa física, que comenzó con el primer<br />
hombre, Adán, y 2) la etapa espiritual, que comienza con el<br />
“segundo Adán”, que es Jesucristo (1 Corintios 15:45-46).<br />
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