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La Carta a los Romanos - Tomo I - Daily Biblical Sermons

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así es menester que el camino y subida para Dios sea un ordinario<br />

cuidado de hacer cesar y mortificar <strong>los</strong> apetitos; y tanto más presto<br />

llegará el alma, cuanto más prisa en esto se diere” (Subida 1.5.6), y<br />

“Hasta que <strong>los</strong> apetitos se adormezcan por la mortificación en la<br />

sensualidad, y la misma sensualidad esté ya sosegada de el<strong>los</strong>, de<br />

manera que ninguna guerra haya al espíritu, no sale el alma a la<br />

verdadera libertad para gozar de la unión de su amado” (Subida 1.15.2).<br />

Y San Antonio, abad dijo: “<strong>La</strong> inteligencia del alma se hace fuerte cuando<br />

se debilita <strong>los</strong> placeres del cuerpo” (san ATANASIO, Vida de san Antonio<br />

7). Esta es también la enseñanza de san Bernardo. <strong>La</strong> primera <strong>Carta</strong> y<br />

el tercer y cuarto Sermón sobre Navidad de san Bernardo son buenos<br />

ejemp<strong>los</strong> del hincapié que san Bernardo hace en la importancia de la<br />

vida austera. Él dice: “Al que vive con prudencia y sobriedad le basta la<br />

sal, y su único condimento es el hambre” (<strong>Carta</strong> 1, 11). Y “ahuyenta el<br />

deleite, porque la muerte está apostada al umbral del deleite. Haz<br />

penitencia y te acercarás al reino” (3 Sermón sobre Navidad 3). <strong>La</strong> razón<br />

por esta renuncia es para tener un corazón indiviso en su amor y<br />

devoción al Señor.<br />

San Pablo será enviado por el Espíritu Santo como apóstol de Jesucristo para<br />

predicar la palabra de Dios, la palabra de la salvación en Jesucristo, para llevar<br />

a muchos otros también a este nuevo modo de vivir, a esta nueva alegría, a esta<br />

vida nueva en Dios, a esta vida en la luz, en que somos unidos con Cristo por la<br />

fe, animados por su amor, y anhelando por la esperanza el cumplimiento de su<br />

obra salvífica cuando él venga en su gloria en las nubes del cielo con todos <strong>los</strong><br />

santos en gran luz. Los creyentes vivirán para este gran día, y vivirán en<br />

vigilancia, modestia, y moderación, en preparación constante y expectativa<br />

continua por algo que ya ha empezado en su vida y la ilumina. Vivirán en la<br />

conciencia de la cercanía del Señor, y por eso vivirán alegres con una alegría<br />

espiritual e interior en cuanto permanecen en la obediencia a su voluntad como<br />

es revelada en su conciencia. Es, en resumen, un nuevo tipo de vida, que Pablo<br />

vivirá él mismo primero, y llamará a otros a vivir con él. Es, en pocas palabras,<br />

una vida de fe, de amor, y de esperanza en Jesucristo nuestro Señor.<br />

San Pablo aprenderá que al predicar a otros, él se predica a sí mismo también; y<br />

que él mismo será el mejor beneficiario de su propia predicación, inspirándose a<br />

sí mismo en gran manera al preparar y escribir sus cartas, y al predicar sus<br />

sermones. Así es el misterio de la palabra de Dios. Los que la anuncian, si lo<br />

hacen con todo su corazón, reciben más beneficios que <strong>los</strong> que la oyen. <strong>La</strong><br />

predicación no es otra cosa que la profundización del misterio de Cristo, del<br />

misterio humano vivido a la luz del evangelio. Escribiendo y predicando un<br />

sermón o escribiendo otro tipo de escrito espiritual, uno profundiza su propia fe,<br />

caridad, y esperanza, y a la vez las pone a la disposición de otros, para<br />

alimentar<strong>los</strong> a el<strong>los</strong> también. Un predicador descubre pronto que él se alimenta<br />

a sí mismo al alimentar a <strong>los</strong> demás.<br />

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