La Carta a los Romanos - Tomo I - Daily Biblical Sermons

enviado por el mismo Jesucristo, y por el Espíritu Santo, enviado a una misión, a
la misión de predicar el evangelio a los gentiles, para que no sólo los judíos, sino
que también los gentiles puedan creer en Cristo y hallar la salvación en él. Él es
un “apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Rom 1, 1). Su servicio, su
ministerio, por el cual está enviado, es la predicación del evangelio, es decir, él
es enviado para anunciar una buena noticia, para informar a los gentiles que
ahora existe una nueva forma de salvación, un nuevo camino, recientemente
revelado por Jesucristo, por el cual el hombre pueda ahora unirse con Dios, ser
perdonado de sus pecados, santificado, transformado en hijo de la luz,
divinizado por participar en la naturaleza divina, alcanzar la vida eterna con Dios
en el cielo después de su muerte, y, al último día, ser resucitado en su cuerpo ya
glorificado con Cristo resucitado y glorificado.
Un ministro del evangelio, que es enviado por la Iglesia y por el Espíritu Santo,
como lo fue Pablo, y que es, por ello, un verdadero “apóstol” (Rom 1, 1), y que
es también un “esclavo de Jesucristo” (Rom 1, 1), es decir, completamente
dedicado a él —un ministro así, de verdad, está “apartado para el evangelio de
Dios” (Rom 1, 1). Él tiene el poder de Dios para cambiar vidas, para transformar
las personas en la imagen del Hijo de Dios. No es su propio poder que hace
esto, sino el poder divino, actuando por medio del evangelio, que él predica,
porque el “evangelio…es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”
(Rom 1, 16). El evangelio que él predica tiene este poder, porque, aunque Pablo
usa sus propias palabras e ideas, el mensaje no es suyo, sino de Dios, llevando
en sí el poder divino para la salvación.
“(…apartado para el evangelio de Dios), que él había prometido antes por sus
profetas en las santas Escrituras” (Rom 1, 2). Este evangelio es el resultado de
mucha preparación. Todo el Antiguo Testamento preparaba para el evangelio.
El evangelio de la salvación de Dios en Jesucristo sólo puede ser entendido y
apreciado en toda su belleza desde el punto de vista de la revelación de Dios en
el Antiguo Testamento, que Dios dio de antemano para preparar el camino para
el evangelio.
¿Cómo pudiéramos entender a Cristo sin los profetas que profetizaron que él
nacería de la casa y linaje de David, heredará su trono, y reinará para siempre; y
que se llamará el Príncipe de Paz y que su reino de paz no tendría límite y que
su señorío extendería de mar a mar y hasta los confines de la tierra; y que su
trono será como el sol delante de Dios? Este es el contexto en que Dios quiere
que entendamos la predicación de Jesucristo.
Este es el contexto previsto por Dios para que pudiéramos entender el anuncio
del ángel Gabriel a María: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y
el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin… El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser
que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 32-33.35).
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