La Carta a los Romanos - Tomo I - Daily Biblical Sermons

evitar su fuente que es una vida dedicada al placer, que es otra forma de
idolatría —el poner la búsqueda de placer en lugar de Dios en nuestro corazón y
vida. Los placeres vienen a ser nuestros ídolos. El caer en hechos
homosexuales es causado por vivir idolátricamente. Este comportamiento
homosexual puede a veces ser el castigo de Dios por la idolatría (Rom 1, 26).
Cuando ponemos otras cosas en lugar de Dios en nuestra vida es fácil caer en
actos homosexuales, que son sólo otra forma de idolatría, otra búsqueda de
placer por sí mismo fuera de Dios.
Pablo llama este comportamiento “pasiones vergonzosas” (Rom 1, 26). Es algo
vergonzoso frente a Dios, y frente a otras personas. Es un uso de las pasiones
que es vergonzoso y “que es contra naturaleza” (Rom 1, 26). Relaciones
heterosexuales son —dice Pablo— “el uso natural” (Rom 1, 26), es decir:
permitido por Dios entre los casados; pero relaciones homosexuales son
siempre “contra naturaleza (Rom 1, 26). San Pablo describe estas personas
como “cometiendo hechos vergonzosos, hombres con hombres” (Rom 1, 27).
No son hechos buenos frente a Dios, sino sólo “hechos vergonzosos”, y nada
más. Es decir, no son actos legítimos de amor, sino pecados graves y
vergonzosos, que no son naturales, sino” contra naturaleza” (Rom 1, 26), contra
la naturaleza humana, contra la voluntad de Dios.
Por eso, dice san Pablo, los que están “cometiendo” (Rom 1, 27) estos hechos
están “recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Rom 1, 27).
Se han extraviado. Su comportamiento es un “extravío” (Rom 1, 27) que recibe
un castigo o una “retribución debida” (Rom 1, 27). Estas personas se degradan.
Son degradadas y extinguen la luz de Dios en sus corazones. Se hacen feas
delante de Dios, en vez de ser lúcidas y brillantes como un cristal lleno de la luz
del sol, como es la voluntad de Dios para con nosotros. Necesitan un Salvador.
Necesitan la salvación de Dios.
Así va el argumento de san Pablo, estableciendo la necesidad de un Salvador.
Ellos no han podido vivir bien por sí mismos. Han caído desde la idolatría hasta
las relaciones homosexuales. Han caído en pecado grave y vergonzoso. Se
han degradado a sí mismos y han oscurecido sus almas. Han perdido la gracia
y la inhabitación del Espíritu Santo.
Pablo dice: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No
erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
que se echan con varones…heredarán el reino de Dios” (1 Cor 6, 9-10).
Aun en el Antiguo Testamento y en la ley de Moisés, vemos que hechos
homosexuales fueron vistos como una abominación, y en esto leemos la ley
moral de Dios, válida por todos los tiempos. Dice el libro de Levítico: “No te
echarás con varón como con mujer; es abominación” (Lev 18, 22). Y “Si alguno
se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser
muertos; sobre ellos será su sangre” (Lev 20, 13). De veras, necesitan un
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