La Carta a los Romanos - Tomo I - Daily Biblical Sermons
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Egipto. Cuánto más, entonces, van a desviarse <strong>los</strong> paganos que no tuvieron<br />
esta revelación especial de Dios. Y así fue. Los griegos y <strong>los</strong> romanos y todos<br />
<strong>los</strong> gentiles de <strong>los</strong> tiempos de san Pablo fueron hundidos en un gran pozo de<br />
oscuridad, ignorancia, y culpabilidad —a pesar de su fi<strong>los</strong>ofía—, no haciendo<br />
caso a Dios, y adorando cosas que no fueron Dios.<br />
Sobre <strong>los</strong> gentiles, dice la escritura: “…pues se habían extraviado muy lejos por<br />
<strong>los</strong> caminos del error, tomando por dioses a <strong>los</strong> animales más viles y<br />
despreciables, dejándose engañar como niños inconscientes” (Sab 12, 24). Los<br />
más inteligentes entre <strong>los</strong> gentiles, <strong>los</strong> griegos, con toda su fi<strong>los</strong>ofía, se dejaban<br />
engañar así como niños en su religión. Y si el<strong>los</strong>, <strong>los</strong> mejores y más civilizados,<br />
más sabios, y más avanzados entre <strong>los</strong> gentiles se dejaban engañar así, cuánto<br />
más <strong>los</strong> otros gentiles menos dotados. Refiriéndose a <strong>los</strong> egipcios en <strong>los</strong> días<br />
de Moisés, el autor de la Sabiduría dice: “Por sus pensamientos insensatos y<br />
malvados, que <strong>los</strong> desorientaron, haciéndoles adorar a reptiles irracionales y a<br />
viles animales, tú les enviaste como castigo una multitud de animales<br />
irracionales, para que comprendieran que en el pecado va la penitencia” (Sab<br />
11, 15-16). Por haber adorado cosas como la serpiente y el cocodrilo, Dios <strong>los</strong><br />
castigó con animales en las plagas, con ranas, mosquitos, y langostas. El<br />
hombre no puede desviarse así, adorando la criatura en vez de Dios, sin sufrir<br />
un castigo de parte de Dios por su perversión. Por eso parece que la mayoría<br />
de la humanidad vive bajo el castigo de Dios, bajo su ira. ¡Qué gran necesidad<br />
tienen de un Salvador! Así es el argumento de san Pablo.<br />
Así el hombre repite el pecado de Adán, por el cual él perdió la gracia y la vida<br />
sobrenatural de Dios. El hombre confirma esta pérdida al añadir su propia culpa<br />
a la de Adán por su idolatría y otros pecados, sobre todo, por <strong>los</strong> pecados de la<br />
impureza. El hombre ha perdido la gracia, y ya vive en culpabilidad y oscuridad.<br />
No es más como un cristal lleno de la luz del mediodía, lleno del esplendor<br />
divino, como lo fue antes de haber pecado, y lo cual fue el plan original de Dios<br />
para con el hombre.<br />
Por eso Dios hizo un nuevo plan para restaurar al hombre a la gracia y a la vida<br />
divina, para que Dios pudiera inhabitar de nuevo dentro de su corazón,<br />
embelleciéndolo con su propia esplendor y belleza. Esta gracia, que Dios<br />
restauró en el hombre por la encarnación, muerte, y resurrección de su propio<br />
Hijo, hecho hombre, hace al hombre resplandeciente de nuevo como el oro puro<br />
deslumbrado en el sol o como un cristal bruñido reflejando la luz del sol de<br />
mediodía. Y más aún, entonces la misma Santísima Trinidad comienza a vivir<br />
dentro de un corazón así de una manera sobrenatural y especial, diferente de su<br />
manera de ser presente en cada cosa y persona creada.<br />
Pero para apreciar esta salvación, esta renovación y divinización, el hombre<br />
tiene que reconocer su situación actual, que es caída, oscura, y bajo la ira de<br />
Dios, y esto por su propia culpa junto con el pecado de Adán que lo privó de la<br />
gracia divina. Este es el propósito de esta parte de la <strong>Carta</strong> a <strong>los</strong> <strong>Romanos</strong>.<br />
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