La Carta a los Romanos - Tomo I - Daily Biblical Sermons
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único necesario, no usando bien la inteligencia que Dios les dio para conocerlo y<br />
honrarlo.<br />
Aunque hoy no somos tentados por esta forma de idolatría, sin embargo,<br />
muchos hoy viven en la misma problemática. <strong>La</strong>s naciones más avanzadas hoy<br />
en poder económico y militar, en ciencia y desarrollo de la vida en general, son<br />
<strong>los</strong> que con frecuencia más olvidan a Dios, y viven más para sus propios<br />
placeres. Viven por el honor de ser <strong>los</strong> más poderosos, <strong>los</strong> más ricos, <strong>los</strong> más<br />
desarrollados, <strong>los</strong> más avanzados en las invenciones, y <strong>los</strong> más honrados por su<br />
importancia en el mundo. Es como se adoran a sí mismos en vez de a Dios en<br />
su vida práctica y diaria. Hay hoy una gran secularización y casi no hay<br />
vocaciones sacerdotales ni religiosas en estos países más desarrollados.<br />
Aunque todavía creen en él, no lo honran como Dios, como deben. No lo ponen<br />
en la posición de Dios en su vida. Otras cosas, placeres, e intereses lo han<br />
reemplazado. ¿Cuántas veces sirven la criatura en vez de Dios (Rom 1, 25)?<br />
Dicen que son sabios, pero se han hecho necios. Han cambiado la gloria de<br />
Dios por cosas creadas.<br />
<strong>La</strong> verdadera sabiduría es otra cosa completamente. Es una vida de sacrificio,<br />
una vida que abraza la cruz en ofrenda de sí misma al Padre en amor, unida a<br />
Jesucristo en amor e imitación, unida a su sacrificio perfecto de sí mismo al<br />
Padre en amor infinito e inefable. Es una vida de amor y unión de personas con<br />
las divinas Personas, porque el Espíritu Santo es el que nos forma en la imagen<br />
de Cristo y nos diviniza, llenándonos de gloria y gracia; y él mismo mueve en<br />
nosotros como ríos de agua viva, alegrándonos con su presencia y amor, y<br />
uniéndonos cada vez más con el Hijo, haciéndonos hijos del Padre en el único<br />
Hijo divino.<br />
Esta asociación íntima y constante con las tres divinas Personas nos llena de<br />
amor y felicidad, y da un resplandor a nuestra vida, que es por ello caracterizada<br />
por su amor a Dios y por su esperanza para la venida del reino de paz celestial<br />
sobre toda la tierra para siempre. Este reino de Dios que ya existe, que está<br />
creciendo ahora en el mundo, y que vendrá un día en forma manifiesta y<br />
definitiva es el objeto de nuestra esperanza, y Cristo mismo, inhabitando en<br />
nuestro corazón, es la fuente constante del amor divino que siempre está<br />
brotando desde dentro de nuestro corazón. Es nuestra fe que hace todo esto<br />
posible. Por eso es claro que nuestra vida es una vida de las tres virtudes<br />
teologales: fe, esperanza, y amor.<br />
Una persona que rechaza toda esta belleza y riqueza del reino de Dios; y en vez<br />
de esta, se dedica sólo a la ciencia o a <strong>los</strong> negocios, o a la tecnología, o a la<br />
búsqueda de dinero, de honores humanos, o de placeres se ha cegado y se ha<br />
hecho necio. De verdad, estas personas, “profesando ser sabios, se hicieron<br />
necios” (Rom 1, 22).<br />
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