La Carta a los Romanos - Tomo I - Daily Biblical Sermons
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son equivocados. <strong>La</strong> justificación por la fe sólo es para <strong>los</strong> que se arrepienten,<br />
llaman a Jesús con fe, y cambian sus vidas. Jesús dice: “arrepentíos y creed en<br />
el evangelio” (Mc 1, 15). No dice solamente “creed”, sino “arrepentíos y creed”,<br />
es decir, cambiad vuestras vidas en el acto de creer, así cooperando con la<br />
gracia de la salvación.<br />
<strong>La</strong> necesidad del arrepentimiento junto con la fe, y no tan sólo la fe sin<br />
arrepentimiento, se ve en que Pablo amonesta a sus cristianos que ningún<br />
fornicador, etc. heredará el reino de Dios (1 Cor 6, 9-10). Uno necesita<br />
arrepentimiento y conversión, junto con la fe, para ser salvo. Dios nos justifica<br />
por nuestra fe en Jesucristo, pero nosotros tenemos que cooperar con esta<br />
gracia justificadora. Si no cooperamos, veremos el castigo de Dios, como san<br />
Pablo enseña aquí. <strong>La</strong> ira de Dios existe, y <strong>los</strong> no arrepentidos la verán en el<br />
último día. Por eso es importante creer en la ira y el castigo de Dios, y creyendo<br />
en esto y en la justificación por la fe, arrepentirse y cambiar la vida.<br />
<strong>La</strong> ira de Dios y el castigo eterno son parte de la enseñanza de Jesús. Al juicio<br />
final, él dirá “a <strong>los</strong> de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno<br />
preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt 25, 41). En el último día habrá<br />
muchas personas que serán echadas eternamente en el fuego eterno del<br />
infierno. Es un castigo eterno y de fuego. No es solamente un castigo temporal.<br />
Jesús enseña lo mismo en la parábola del rico y Lázaro. Abraham dice al rico,<br />
atormentado por las llamas del fuego en el infierno: “una gran sima está puesta<br />
entre nosotros y vosotros, de manera que <strong>los</strong> que quisieren pasar de aquí a<br />
vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá” (Lc 16, 26). No hay ningún pasaje<br />
desde el infierno hasta e cielo. Este castigo es eterno, como vimos en Mt 25, 41<br />
arriba, y cuando Jesús dice: “si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y<br />
échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos<br />
o dos pies ser echado en el fuego eterno” (Mt 18, 8).<br />
Este “fuego eterno” es el infierno, como vemos cuando Jesús dice: “y si tu ojo te<br />
es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la<br />
vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno (Gehenna) de fuego” (Mt<br />
18, 9). Sobre el día de la resurrección, dice Jesús: “<strong>los</strong> que hicieron lo bueno,<br />
saldrán a resurrección de vida; mas <strong>los</strong> que hicieron lo malo, a resurrección de<br />
condenación” (Jn 5, 29). Estos últimos no entrarán en la vida eterna. Serán<br />
eternamente excluidos. San Pablo habla de la “pena de eterna perdición” (2 Ts<br />
1, 9) “en llama de fuego” (2 Ts 1, 8), en que <strong>los</strong> malvados serán “excluidos de la<br />
presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Ts 1, 9). Dice: “Porque es<br />
justo delante de Dios pagar con tribulación a <strong>los</strong> que os atribulan, y a vosotros<br />
que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor<br />
Jesús desde el cielo con <strong>los</strong> ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar<br />
retribución a <strong>los</strong> que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro<br />
Señor Jesucristo; <strong>los</strong> cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la<br />
presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para<br />
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