ECONÓMICO - Esade
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familiares con las remesas que envían a sus familias que<br />
permanecen en el campo.<br />
Estos flujos migratorios coinciden con un crecimiento de la<br />
economía informal. A pesar de la dificultad en su definición, la<br />
OIT ha calculado que, para mediados de los 90, la proporción<br />
de empleo informal no agrícola era del 48% en África del Norte,<br />
del 72% en el África subsahariana, del 51% en Latinoamérica y<br />
del 65% en Asia 9 . Ahora bien, también hay que destacar que el<br />
desarrollo económico supone un freno para el crecimiento de<br />
esta economía y así se comprueba que la economía informal<br />
está reduciéndose en aquellos países que están creciendo<br />
más rápidamente, especialmente en Asia oriental y sudoriental.<br />
Finalmente, una característica de esta economía informal<br />
que coincide con uno de los rasgos de la migración campo-ciudad,<br />
es la alta participación en ella del colectivo femenino. Se<br />
calcula que más del 60% de las mujeres que trabajan fuera del<br />
sector agrícola en el mundo en desarrollo lo hace en empleos<br />
informales.<br />
Tendencias de la pobreza y salarios<br />
El umbral de pobreza está situado en la cantidad de 2 dólares<br />
diarios por persona. En la actualidad, unos 1.400 millones de<br />
trabajadores (la mitad de la fuerza laboral mundial) viven por<br />
debajo de este límite y si bien no parece una buena noticia sí<br />
que lo es el hecho de que, porcentualmente, representa un<br />
descenso desde el 57% de 1994 al 49% actual. Este descenso<br />
se ha producido en todas las regiones del mundo excepto<br />
en el África subsahariana.<br />
La mitad de los trabajadores del mundo<br />
no puede ganar lo suficiente para situarse<br />
junto con su familia por encima del<br />
umbral de pobreza de 2 dólares diarios<br />
Los factores que inciden en estas cifras de pobreza son: número<br />
de familiares a cargo del trabajador; situación de trabajo<br />
irregular y/o a tiempo parcial, y nivel bajo de ingresos. Este<br />
último factor parece estar en la base de la reducción de la<br />
población trabajadora pobre, ya que los salarios medios han<br />
ido aumentando paulatinamente en la mayoría de los países<br />
en desarrollo. Por ejemplo, en China las tasas medias de<br />
crecimiento del salario, durante el periodo 1984-1995, fueron<br />
de un 5,4% anual. Ahora bien, en muchos de los países<br />
en desarrollo el aumento del salario medio real ha estado<br />
acompañado de un aumento paralelo en la desigualdad de<br />
los ingresos.<br />
INFORME <strong>ECONÓMICO</strong> ESADE<br />
Documentos y lecturas<br />
En conclusión, a pesar del camino avanzado globalmente, la<br />
proporción de trabajadores que no superan el umbral de pobreza<br />
sigue siendo excesiva (49%) y a ello hay que añadir dos<br />
elementos inquietantes: el aumento de la desigualdad y la evolución<br />
contraria en el África subsahariana, lo que la convierte,<br />
sin duda, en una fuente de población migrante, como todos<br />
sabemos.<br />
Discriminación en el empleo y la ocupación<br />
¿A qué se debe que casi la mitad de los trabajadores no<br />
puedan garantizar, para ellos y sus familias, unos ingresos<br />
per cápita de 2 dólares diarios? Según la Memoria de la OIT,<br />
la existencia de un círculo vicioso entre pobreza y discriminación<br />
es la causa explicativa del hecho. Citando textualmente:<br />
“La discriminación en el empleo y la ocupación a menudo<br />
empeora o perpetúa la pobreza, y ésta, a su vez, fomenta<br />
la discriminación en el trabajo.” El desengaño del lector de<br />
la Memoria llega cuando, tras tan prometedor comienzo, en<br />
lugar de datos sobre la tendencia de la discriminación en el<br />
mercado laboral se indica que “una evaluación global sobre<br />
si la discriminación está aumentando o disminuyendo rebasa<br />
el ámbito del presente informe y, en cualquier caso, sería<br />
muy difícil de medir”. Gracias a informes anteriores de la<br />
propia OIT citados en éste 10 , sí se puede afirmar que la discriminación<br />
del colectivo femenino sigue siendo una de las<br />
lacras de nuestros mercados laborales: las mujeres siguen<br />
teniendo menos posibilidades que los hombres de acceder a<br />
un empleo asalariado regular y tienen más posibilidades de<br />
ganar un sueldo inferior por el mismo tipo de trabajo y esto<br />
sucede incluso en aquellas actividades que han tendido a<br />
“feminizarse”.<br />
A la discriminación por razón de sexo hay que añadir la discriminación<br />
racial. Esta discriminación se traduce en toda una<br />
serie de obstáculos que ciertos colectivos encuentran en su<br />
trayectoria laboral y que les impide progresar, y que no están<br />
relacionados con el lugar de trabajo, sino que se basan en<br />
las características culturales, religiosas y de origen nacional.<br />
Las víctimas habituales de esta discriminación son las minorías<br />
étnicas, los pueblos indígenas, las personas “de color” y<br />
los trabajadores migrantes. Actualmente, la nacionalidad vs.<br />
la no nacionalidad está en la base de gran parte de la discriminación<br />
racial, sin subestimar otros motivos como la raza,<br />
el color y la religión. De especial importancia este último, que<br />
ha ido en aumento en el último decenio, al amparo del miedo<br />
al terrorismo y que discrimina principalmente a la población<br />
de origen musulmán.<br />
[04] NOVIEMBRE 2006<br />
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