Trompeta Evangelizadora - Edición
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C. W. NAYLOR – LO QU E MUEVE AL COR AZÓN<br />
Donde se encuentra la alegría<br />
Hace poco una hermana me envió una pregunta: ¿Cómo podría encontrar alegría y<br />
felicidad en todas sus pruebas? Ella parecía imaginarse una experiencia perfecta, donde en<br />
pruebas y tribulaciones ella permanezca feliz, relajada y satisfecha. Ahora se encontraba<br />
en una lucha constante para alcanzar este ideal.<br />
Esta hermana no es la única, que anhela este estado<br />
ideal. Los hijos de Dios con frecuencia se culpan y se<br />
condenan, porque no han alcanzado tal altura<br />
espiritual. Si sufren o están angustiados por pruebas,<br />
piensan que su experiencia espiritual no está<br />
ordenada, y pierden el ánimo. La Biblia establece el<br />
estándar pero sólo tan alto como debe ser. Si<br />
ponemos nuestro ideal más alto aún, podemos estar<br />
seguros que permanentemente nos faltará.<br />
Mi respuesta a la pregunta de la hermana fue, que<br />
ella buscaba su alegría y paz en el lugar equivocado.<br />
Jesús mismo es nuestro ejemplo y podemos esperar<br />
que las pruebas tengan el mismo efecto en nosotros<br />
como en Él. En aquella oscura hora de la tentación en<br />
Getsemaní, cuando la pesada carga de la cruz<br />
agobiaba ya su alma, ¿habló Él a sus discípulos:<br />
“mirad lo feliz que estoy en esta terrible<br />
circunstancia”? Oh no, su estado interior era muy<br />
diferente y le oímos decir: “Mi alma está muy triste,<br />
hasta la muerte” (Marcos 14,34). Él estaba “lleno de<br />
dolor y enfermedad”. Colgado en el madero clamó en<br />
agonía: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has<br />
desamparado?” ¿Crees que Jesús expresó allí alegría<br />
y felicidad interior? Estos sentimientos en ese día<br />
estaban fuera de cuestionamiento. Pero había una<br />
alegría que estaba relacionada con este sufrimiento.<br />
Leemos que “Él cual por el gozo puesto delante de él<br />
sufrió la cruz” (Hebreos 12,2). Aquí se habla de<br />
padecimiento como también de alegría; pero ambos<br />
no están presentes simultáneamente. La paciencia<br />
está presente, la alegría “tenía delante de Él”. Este es<br />
el orden también en nuestras experiencias. La alegría<br />
no vino a Jesús durante su pasión, sino que fue el<br />
resultado de la misma. Su alegría debía estar en las<br />
almas redimidas, que encontrarían la salvación a<br />
través de su sufrimiento.<br />
<strong>Trompeta</strong> <strong>Evangelizadora</strong> │ 01/2013<br />
Nuestras propias pruebas están necesariamente<br />
asociadas con sufrimiento y nunca nos dan mucha<br />
alegría. La alegría no es un producto directo del<br />
sufrimiento, pero a menudo surge como<br />
consecuencia, por medio de las pruebas<br />
pacientemente soportadas. En Hebreo 12,11 (R.V.C.)<br />
leemos: “Claro que ninguna disciplina nos pone<br />
alegres al momento de recibirla, sino más bien tristes;<br />
pero después de ser ejercitados en ella, nos produce<br />
un fruto apacible de justicia.” En tiempos de pruebas<br />
y castigos, puedes esperar tristezas, pero despues<br />
recibirás “el fruto apacible de justicia.” La Biblia dice<br />
“afligidos en diversas pruebas” (1. Pedro 1,6) y<br />
también: “He aquí, tenemos por bienaventurados a<br />
los que sufren” (Santiago 5,11). Soportar implica<br />
sufrimiento, y el sufrimiento en si mismo nunca es<br />
cuestión de gozo. Por lo tanto, podríamos decir que el<br />
sufrimiento es el terreno sobre el cual crece el árbol<br />
de la paciencia, y el fruto maduro de este árbol es la<br />
alegría.<br />
Existen diferentes tipos de pruebas y todas tienen<br />
diferente efecto. Algunas son como una tormenta<br />
salvaje que amenaza al alma. Violenta lluvia oscurece<br />
la panorámica belleza del paisaje circundante, y el<br />
aullido del viento y truenos llama nuestra atención y<br />
hace desvanecer todo lo demás. Recién cuando la<br />
tormenta pasa y llega la calma, podemos ver<br />
nuevamente la belleza del paisaje tranquilo. También<br />
hay pruebas que sentimos como un clavo en la suela<br />
de nuestro zapato. Donde estamos o vamos, el clavo<br />
irrita, molesta y nos atormenta. Es muy fastidioso y<br />
nos quiere quitar la alegría de la vida.<br />
Para contrarrestar a las pruebas, sólo hay un<br />
camino: vencerlas con determinación y conservar<br />
nuestra integridad en este tiempo. Jesús adquirió<br />
fuerzas ante su sufrimiento por la alegría venidera.