EL CORAZON DEL SACERDOTE EL CORAZON DEL SACERDOTE

Mundo
Clamor internacional
contra las bombas de racimo
Consensuar un tratado internacional
vinculante que prohíba el uso,
la producción, el traslado y el almacenamiento
de las bombas de racimo.
Con este objetivo en el horizonte
se inauguraba el pasado 19 de mayo la
Conferencia Internacional de Dublín,
en la que tomaban parte delegaciones
de 109 Estados. El éxito de participantes
quedaba ensombrecido, no obstante,
por la ausencia en la convención
de los principales productores mundiales
de estos artefactos: Estados
Unidos, Rusia, China, Israel e India. En
vísperas de su inauguración, el Papa
pidió a los participantes desde Génova
que hiciesen el mayor esfuerzo posible
para conseguir «un instrumento internacional
fuerte y creíble» que «prohíba
estos mortíferos artefactos».
El arzobispo Silvano Tomasi ha representado
a la Santa Sede en el evento,
en su calidad de observador permanente
ante la oficina de las Naciones
Unidas en Ginebra. «Después de
cuarenta años de uso de estas bombas
en el sureste asiático —declaraba
el diplomático a la Radio Vaticana—
todavía hoy sigue
habiendo muertos y heridos.
Por tanto, no hablamos de
una realidad abstracta o histórica,
sino de algo que sigue
produciendo víctimas.
(...) Nosotros, como Iglesia,
como cristianos, que queremos
ser sensibles a la protección
de las personas más
vulnerables, tratamos de hacer
algo para limitar el impacto
de estos artefactos».
Monseñor Tomasi confió en
que el «nuevo instrumento
jurídico» sea «verdaderamente
eficaz».
Una bomba de racimo es,
en esencia, un contenedor
de metal repleto de pequeños
artefactos (hasta 650)
que antes de llegar al suelo
extiende su carga sobre una amplia
superficie. Su peligro radica en que
una buena parte de estas pequeñas
bombas (entre un 10% y un 40%) no
estallan al caer, con lo que se convierten
en una suerte de minas antipersonales
que matan y mutilan a quienes
tienen la desgracia de toparse con
ellas... aun en tiempo de paz. Dado
que desde 1997 el Tratado de Ottawa
prohíbe el uso de minas antipersonas,
no tiene mucho sentido que se sigua
aceptando esta otra arma, que se
comporta de forma similar. Según estudios
internacionales, hasta el 98%
de sus víctimas son también civiles.
Las bombas de racimo fueron concebidas
durante la Segunda Guerra
Mundial —y perfeccionadas durante la
Guerra Fría— para hacer frente a grandes
concentraciones de tropas en
campo abierto. Hasta ahora, sin embargo,
han sido utilizadas en veintiún
países (Bosnia, Iraq, Serbia, Kosovo,
Líbano...) y siempre en un escenario
distinto para el que fueron ideadas.
Actualmente las fabrican 34 países
El general Michel Suleiman,
nuevo presidente de Líbano
D espués de 19 tentativas
infructuosas, el
Parlamento designó el día
25 al nuevo presidente del
Líbano. Se trata del general
Michel Suleiman (en la
foto), comandante en jefe
del Ejercito hasta ahora. Su
nombramiento es fruto del
acuerdo entre los principales
líderes políticos alcanzado
en Doha (Qatar) el
día 21. Con él se pone fin a
dieciocho meses de vacío
de poder y se supera la grave crisis política que a punto
ha estado de desencadenar una nueva guerra civil. ■
18 Número 3.416 ■ 31 de mayo de 2008
(entre ellos España) y están presentes
en los arsenales de 75 ejércitos.
Viaje a Rusia
del cardenal Kasper
Por otra parte, el prefecto del Consejo
Pontificio para la Promoción de la
Unidad de los Cristianos, cardenal
Walter Kasper, ha efectuado del 21 al
30 de mayo un viaje a Rusia, invitado
por el metropolita Kiril de Smolenk y
Kaliningrado, presidente del Departamento
de Relaciones Exteriores del Patriarcado
de Moscú.
Durante su periplo ruso, el purpurado
alemán se entrevistó con el patriarca
Alexis II, a quien entregó un
mensaje y un regalo de Benedicto
XVI, y participó en diversas ceremonias,
entre ellas la del Corpus Christi en
la catedral católica de la Madre de
Dios de Moscú. Peregrinó monseñor
Kasper, asimismo, al santuario de Kazan
(a unos 720 kilómetros de la capital,
donde los rusos veneran un icono
plurisecular de la Virgen que
desapareció durante la revolución
bolchevique y que
Juan Pablo II devolvió al
Patriarcado Ortodoxo en
2004) y al monasterio de Diveevo,
otro lugar de peregrinación
de los ortodoxos rusos
ubicado a 550 kilómetros
al noroeste de Moscú
en donde se venera a San
Serafino de Sarov.
En su última visita al Vaticano,
el 7 de diciembre pasado,
el metropolita Kiril,
«número dos» del Patriarcado
Ortodoxo Ruso, dijo que
las relaciones con la Iglesia
católica eran «muy positivas»
y aludió a un «clima de con-
fianza» y «amistad». ■
José Ignacio Rivarés
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