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EL CORAZON DEL SACERDOTE EL CORAZON DEL SACERDOTE

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Gracias por vuestra visita, que me<br />

permite conocer la actividad<br />

que desempeñan vuestras beneméritas<br />

asociaciones, que forman<br />

parte del Fórum de Asociaciones Familiares<br />

y de la Federación Europea de<br />

Asociaciones Familiares Católicas.<br />

Vaya a cada uno de los aquí presentes<br />

mi cordial saludo. Un saludo que dirijo,<br />

en primer lugar, al presidente del<br />

Fórum, el abogado Giovanni Giacobbe,<br />

a quien le doy las gracias por las<br />

amables palabras que me ha dirigido<br />

en vuestro nombre. El actual encuentro<br />

tiene lugar con ocasión de la celebración<br />

anual, ayer día 15 de mayo, de<br />

la Jornada Internacional de la Familia.<br />

Para subrayar la importancia de dicha<br />

efeméride habéis querido organizar<br />

un congreso específicamente dedicado<br />

a un tema de relevante actualidad:<br />

«La alianza por la familia en Europa: el<br />

asociacionismo protagonista», para<br />

confrontar las experiencias entre las<br />

diferentes formas asociativas familiares<br />

y con el objetivo de sensibilizar a<br />

los gobernantes y a la opinión pública<br />

acerca de la función central e insustituible<br />

que la familia desempeña en<br />

nuestra sociedad. Y es que, como<br />

acertadamente observáis, una acción<br />

política que pretenda encarar el futuro<br />

con amplitud de miras no puede dejar<br />

de poner a la familia en el centro de<br />

su atención y de su programación.<br />

Como sabéis, celebramos este año<br />

el cuadragésimo aniversario de la encíclica<br />

Humanæ vitæ y el vigésimo<br />

quinto de la promulgación de la Carta<br />

de los derechos de la familia, presentada<br />

por la Santa Sede el 22 de octubre<br />

de 1983. Se trata de dos documentos<br />

estrechamente relacionados por lo<br />

que a su inspiración se refiere. Efectivamente,<br />

si el primero, yendo valientemente<br />

a contracorriente respecto a la<br />

cultura dominante, recuerda enérgicamente<br />

la calidad del amor conyugal,<br />

819<br />

desprovisto de egoísmo y abierto a la<br />

vida, la segunda pone de relieve los<br />

derechos inalienables que permiten a<br />

la familia, basada en el matrimonio<br />

entre un hombre y una mujer, ser la<br />

cuna natural de la vida humana. Particularmente<br />

la Carta de los derechos de<br />

la familia, que se dirige en primer lugar<br />

a los Gobiernos, ofrece a toda<br />

persona con responsabilidades en el<br />

bien común un modelo y un punto de<br />

referencia para la elaboración de una<br />

legislación correcta de la política familiar.<br />

También se dirige a todas las familias,<br />

a las que invita a organizarse<br />

con el fin de defender y promover sus<br />

derechos. A este respecto, vuestras<br />

asociaciones pueden constituir un<br />

cauce harto adecuado para hacer realidad<br />

el espíritu de la Carta de los derechos<br />

de la familia.<br />

Documentación<br />

Necesidad del asociacionismo familiar<br />

Discurso de Benedicto XVI al Fórum de Asociaciones Familiares<br />

y a la Federación Europea de Asociaciones Familiares Católicas (FAFCE) (16-5-2008)<br />

El Papa bendice a una familia.<br />

El querido Papa Juan Pablo II, con<br />

razón llamado también «el Papa de la<br />

familia», solía repetir que «el futuro de<br />

la humanidad se fragua en la familia»<br />

(Familiaris consortio, n.º 86: ECCLESIA,<br />

núm. 2.060 [1982/I], pág. 46). Subrayaba<br />

a menudo el insustituible valor de<br />

la institución familiar según el designio<br />

del Dios Creador y Padre. Yo también<br />

reiteré —precisamente al inicio de<br />

mi pontificado, al inaugurar el 6 de junio<br />

de 2005 el Congreso de la diócesis<br />

de Roma dedicado a la familia—<br />

que la verdad del matrimonio y de la<br />

familia está enraizada en la verdad del<br />

hombre y se ha visto realizada en la<br />

historia de la salvación, en cuyo centro<br />

resuena la palabra: «Dios ama a su<br />

pueblo». En efecto, la revelación bíblica<br />

es ante todo expresión de una historia<br />

de amor: la historia de la alianza<br />

de Dios con los hombres. Por eso la<br />

historia del amor y de la unión entre<br />

un hombre y una mujer en la alianza<br />

del matrimonio fue adoptada por<br />

Dios como símbolo de la historia de<br />

la salvación. Precisamente por ello, la<br />

unión de vida y de amor basada en el<br />

matrimonio entre un hombre y una<br />

mujer, unión que constituye la familia,<br />

es un bien irreemplazable para toda la<br />

sociedad que no cabe confundir ni<br />

equiparar con otras formas de unión.<br />

Somos todos muy conscientes de<br />

los numerosos retos a los que las familias<br />

se enfrentan en la actualidad, y sabemos<br />

cuán difícil es, en las actuales<br />

condiciones sociales, alcanzar el ideal<br />

de fidelidad y de solidaridad en el amor<br />

conyugal, criar a los hijos y preservar la<br />

armonía de la unidad familiar. Mientras<br />

que por un lado, gracias a Dios, hay<br />

ejemplos elocuentes de familias buenas,<br />

abiertas a la cultura de la vida y del<br />

amor, por otro lado, desgraciadamente,<br />

crece el número de matrimonios y familias<br />

en crisis. Son muchas las familias<br />

en situación gravemente precaria que<br />

Número 3.416 ■ 31 de mayo de 2008 31

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