You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
hacer carrera.<br />
— Es lo de menos. Al triunfo de nuestra causa, usted obtendrá fácilmente un título. Dos o tres<br />
semanas de concurrir a los hospitales, una buena recomendación de nuestro jefe Macías..., y usted,<br />
doctor... ¡Tiene tal facilidad, que todo sería un juego!<br />
<strong>De</strong>sde esa noche, Venancio se distinguió de los demás dejando de llamarle curro. Luisito por aquí y<br />
Luisito por allí.<br />
XI<br />
—Oye, curro, yo quería icirte una cosa... —dijo Camila una mañana, a la hora que Luis Cervantes iba<br />
por agua hervida al jacal para curar su pie.<br />
La muchacha andaba inquieta de días atrás, y sus melindres y reticencias habían acabado por<br />
fastidiar al mozo, que, suspendiendo de pronto su tarea, se puso en pie y, mirándola cara a cara, le<br />
respondió:<br />
— Bueno... ¿Qué cosa quieres decirme?<br />
Camila sintió entonces la lengua hecha un trapo y nada pudo pronunciar; su rostro se encendió como<br />
un madroño, alzó los hombros y encogió la cabeza hasta tocarse el desnudo pecho. <strong>De</strong>spués, sin<br />
moverse y fijando, con obstinación de idiota, sus ojos en la herida, pronunció con debilísima voz:<br />
—¡Mira qué bonito viene encarnando yal... Parece botón de rosa de Castilla.<br />
Luis Cervantes plegó el ceño con enojo manifiesto y se puso de nuevo a curarse sin hacer más caso<br />
de ella.<br />
Cuando terminó, Camila había desaparecido.<br />
Durante tres días no resultó la muchacha en parte alguna. Señá Agapita, su madre, era la que acudía<br />
ál llamado de Luis Cervantes y era la que le hervía el agua y los lienzos. El buen cuidado tuvo de no<br />
preguntar más. Pero a los tres días ahí estaba de nuevo Camila con más rodeos y melindres que<br />
antes.<br />
Luis Cervantes, distraído, con su indiferencia envalentonó a Camila, que habló al fin:<br />
—Oye, curro... Yo quería icirte una cosa... Oye, curro; yo quiero que me repases La Adelita... pa... ¿A<br />
que no me adivinas pa qué?... Pos pa cantarla mucho, mucho, cuando ustedes se vayan, cuando ya<br />
no estés tú aquí..., cuando andes ya tan lejos, lejos..., que ni más te acuerdes de mí...<br />
Sus palabras hacían en Luis Cervantes el efecto de una punta de acero resbalando por las paredes<br />
de una redoma.<br />
Ella no lo advertía, y prosiguió tan ingenua como antes:<br />
i —¡Anda, curro, ni te cuento!... Si vieras qué malo es el viejo que los manda a ustedes... Ai tienes<br />
nomás lo que me sucedió con él... Ya sabes que no quere el tal <strong>De</strong>metrio que naiden le haga la<br />
comida más que mi mamá y que naiden se la lleve más que yo... Güeno; pos Potro día entré con el<br />
champurrao, y ¿qué te parece que hizo el viejo e porra? Pos que me pepena de la mano y me la<br />
agarra juerte, fuerte; luego comienza a<br />
pellizcarme las corvas... ¡Ah, pero qué pliegue tan güeno le he echao!... "¡Epa, pior!... ¡Estése<br />
quieto!... ¡Pior, viejo malcriado!... ¡Suélteme..., suélteme, viejo sinvergüenza!" Y que me doy el<br />
reculón y me le zafo, y que ai voy pa juera a toa carrera... ¿Qué te parece nomás, curro?<br />
Jamás había visto reír con tanto regocijo Camila a Luis Cervantes.<br />
— Pero ¿de veras es cierto todo lo que me estás contando?<br />
Profundamente desconcertada, Camila no podía responderle. Él volvió a reír estrepitosamente y a<br />
repetir su pregunta. Y ella, sintiendo la inquietud y la zozobra más grandes, le respondió con voz<br />
d