Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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16 Lu i s Ch i o z z a<br />
las relaciones entre los otros vértices se inclinen frecuentemente hacia el<br />
predominio de uno de los dos.<br />
Suele decirse que un hombre no tiene corazón, que tiene poca cabeza,<br />
o que le faltan hígados, pero esto no significa, obviamente, que cuando le<br />
sucede una de estas tres cosas simbolizadas por una supuesta carencia en<br />
la capacidad de uno de esos tres órganos, los otros dos funcionen con pareja<br />
suficiencia. Muy por el contrario, el hombre que se caracteriza por un<br />
corazón mezquino, suele tener más hígados que cerebro o viceversa, y así<br />
sucede en la inmensa mayoría de los casos con las demás combinaciones.<br />
Es necesario reconocer, sin embargo, que en los modos del lenguaje lo<br />
que siempre se subraya es la carencia de uno de los tres. Así, identificamos<br />
al hombre “frío”, de “poco corazón”, al intelectual apasionado, que<br />
carente de hígado, fracasa en su contacto con la realidad, y al hombre de<br />
buen corazón, esforzado y confiable, que “por falta de cabeza” vive inmerso<br />
en innumerables problemas. Podríamos continuar por este camino<br />
señalando numerosos ejemplos entre los que nos ofrece el contacto con<br />
nuestros semejantes. Así cuando una mujer que se acerca a un hombre<br />
“usa la cabeza” antes de “soltar su corazón” podrá probablemente internarse<br />
en el amor sin grandes sufrimientos, pero si “suelta primero al corazón”<br />
y se enamora “sin usar la cabeza”, es muy posible que no “le alcance<br />
el hígado”, para lidiar con la realidad. Si buscamos ejemplos en un nivel<br />
más complejo, podemos decir que, en el terreno de la religión, la manera<br />
“cerebral” ofrece el significado directo de una parábola en la lectura de<br />
los símbolos con los cuales se la comunica, la manera “cardíaca” otorga<br />
la responsabilidad y el sentido de lo trascendente a la metáfora contenida<br />
en el “texto” religioso, y la manera “hepática” se revela en la capacidad<br />
para realizar genuinamente el sacramento. Pero la manera cerebral aislada<br />
no “ve” la parábola, sólo ve en ella lo absurdo de una superstición, la<br />
manera cardíaca aislada otorga su fe impotente a una metáfora convertida<br />
en dogma inalcanzable, y la manera hepática aislada ejecuta con eficacia<br />
un sacramento transformado en rito vacío o en sacrificio inútil.<br />
Si tenemos en cuenta cuál es la función central de la inteligencia, así<br />
considerada, en una forma amplia que (como lo postulaba Bateson) constituye<br />
una actividad epistemológica inseparable de la vida que nos asombra<br />
con sus innumerables formas de “saber cómo” proceder, llegamos<br />
a la conclusión que (como lo expresamos en el subtítulo de este libro)<br />
corazón, hígado y cerebro (exponentes máximos de los desarrollos que<br />
derivan respectivamente del mesodermo, del endodermo y del ectodermo