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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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ob r a s Co m p L e t a s • to m o XViii 23<br />

un conjunto de átomos y moléculas que se comportan de acuerdo con las<br />

leyes de la física o la química que determinan ineludiblemente su destino.<br />

Desde la otra cara, que llamamos más inadecuadamente todavía, “interior”,<br />

porque es imposible ubicarla en un espacio físico “interno”, uno<br />

es un conjunto de historias cuyo significado, aunque se despliega en el<br />

tiempo, es siempre un producto de nuestra interpretación actual. En uno<br />

viven, bajo la forma de recuerdos y proyectos, un pasado que físicamente<br />

ya no existe y un futuro que físicamente no existe todavía. Un pasado<br />

“interpretado” que uno puede intentar re-producir o intentar que no se reproduzca,<br />

y un futuro “concebido” que a uno le produce incertidumbre y<br />

que uno piensa que dependerá, en alguna medida, de lo que ahora haga.<br />

Uno cree, más allá de toda duda, que los otros seres vivos, en la medida<br />

en que se le asemejan (porque son y se comportan físicamente como<br />

uno), perciben y sienten, en lo que a este punto se refiere, de un modo<br />

parecido a lo que percibe y siente uno. Uno cree, más allá de toda duda,<br />

que también ellos viven ese mundo “inmaterial”, que no puede percibirse<br />

con los órganos sensoriales, y que se suele llamar a veces “interior” y<br />

otras veces “subjetivo”. Es un mundo en el cual uno se siente (en parte<br />

por lo menos) libre y responsable, en el cual, como señala Weizsaecker,<br />

queremos, debemos, podemos, “tenemos permiso de”, o “estamos obligados<br />

a”, pero, sobre todo, es un mundo en el cual lo que hacemos se orienta<br />

hacia un fin, hacia una meta consecuente. Uno puede decir entonces que<br />

vivimos instalados en la creencia de que cada uno de nosotros sabe, por<br />

experiencia propia, que en su vida siente, hace y piensa.<br />

Nuestro concepto acerca de la vida nos lleva a pensar, además, que,<br />

más allá de nuestra conciencia y nuestro “yo”, la vida siente, hace y<br />

piensa “dentro” de uno. De acuerdo con el psicoanálisis y también, en lo<br />

esencial, con lo que sostienen las neurociencias en nuestros días, lo que<br />

habitualmente denominamos la conciencia es una cualidad accesoria de<br />

la vida psíquica, porque la mayoría de los procesos psíquicos son inconcientes<br />

para nuestra conciencia habitual y quedan fuera del “mapa” que<br />

acerca de nuestro propio yo trazamos desde esa conciencia. Nuestra alma,<br />

entonces, no sólo se manifiesta en lo que sentimos, hacemos y pensamos,<br />

sino que también su “sustancia” radica en lo que la vida (o si se prefiere<br />

la vida de uno) siente, hace y “piensa” en uno. De modo que podríamos<br />

decir que no sólo vivimos nuestra vida, sino que hay en nosotros una<br />

vida que “nos vive”, porque vive en nosotros “por fuera” de nuestro yo<br />

conciente.

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