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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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38 Lu i s Ch i o z z a<br />

inconciente a partir de una ex-citación (perceptiva) que in-cita (“gatilla”)<br />

aquello que, en términos cuantitativos, constituye lo que Freud denominaba<br />

“montante de afecto”. Sin embargo la descarga posee cualidades que<br />

permiten diferenciar afectos tan distintos como la vergüenza o la envidia.<br />

La cualidad afectiva que configura las distintas emociones proviene,<br />

de acuerdo con Freud, de la disposición inconciente que el montante de<br />

afecto “despierta”. Cada disposición equivale a lo que Freud denominaba<br />

una “clave de inervación”, queriendo significar con esto que la disposición<br />

funciona como un “código” que, una vez “despertado”, determina<br />

el particular conjunto de fenómenos motores y secretores que otorga a la<br />

descarga la cualidad que es típica de un determinado afecto.<br />

Si, para evitar el displacer que podría producirnos, evitamos la descarga<br />

típica de un particular afecto sustituyéndola por otra descarga que<br />

se realiza utilizando uno solo de los elementos del código que configura<br />

la clave de inervación del afecto sustituido, no cabe duda de que nuestra<br />

conciencia no registrará el conjunto de las sensaciones que le permiten<br />

reconocer un afecto conocido, típico y universal, como, por ejemplo, la<br />

tristeza o la indignación. Registrará otras sensaciones, “anormales”, que<br />

configuran los síntomas, o los signos, de un trastorno como la epífora, en<br />

el caso de la tristeza, o de una enfermedad somática como la hipertensión<br />

esencial, en el caso de la indignación. Así lo comprendimos, desde hace<br />

ya muchos años, como producto del investigar, desde la teoría psicoanalítica,<br />

en los significados inconcientes de enfermedades distintas. El<br />

derramamiento anormal de las lágrimas fuera del ojo, que denominamos<br />

epífora, o la hipertensión esencial, pueden ser comprendidos como trastornos<br />

corporales que se producen por la descarga de una excitación que<br />

se ha condensado en un elemento aislado (la secreción de lágrimas o el<br />

incremento de la tensión arterial) que forma parte de la clave de inervación<br />

del afecto tristeza que se expresa en el llanto, en el primer caso, o del<br />

afecto indignación en el segundo. Por esta razón una particular sensación<br />

“somática” (propioceptiva o interoceptiva), o un fenómeno corporal, pueden<br />

“representar” inconcientemente a un determinado afecto que permanece<br />

“latente”, porque corresponden a cambios corporales que ocurren<br />

efectivamente (aunque dentro de un conjunto y con distinta intensidad)<br />

cuando se experimenta ese afecto, ya que forman parte de su clave de<br />

inervación normal.

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