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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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ob r a s Co m p L e t a s • to m o XViii 25<br />

de una causa física, una “emanación” sólo aparentemente inmaterial de<br />

la materia. En las posiciones materialistas más evolucionadas, que constituyen<br />

la posición que en el mundo científico de nuestros días todavía<br />

retiene el prestigio y el consenso que adquiere lo que se admite como establecido<br />

en función de una adhesión mayoritaria, el fenómeno psíquico<br />

es una propiedad emergente que únicamente surge en algunos organismos<br />

vivos cuando alcanzan el grado de desarrollo que los convierte en cerebrados.<br />

Encontramos también en el mundo de la química “propiedades<br />

emergentes”. El cloruro de sodio, por ejemplo, la sal de cocina, posee<br />

propiedades diferentes de las que caracterizan, por separado, al cloro y<br />

al sodio. Pero, claro está, comparar el “misterio” que nos ocupa con otro<br />

que, en la medida en que no nos intriga cotidianamente, nos parece más<br />

sencillo, en nada contribuye a explicarlo.<br />

Erwin Schrödinger, premio Nobel de física por su formulación matemática<br />

de las ecuaciones de onda en la mecánica quántica, expone de<br />

un modo claro, profundo, y muy ilustrativo, las peripecias de la posición<br />

materialista. Afirma que el tipo de relación causal supuesto en la hipótesis<br />

de un mundo material como causa de los estados de conciencia,<br />

y su recíproca, la libre voluntad del ser conciente como causa de una<br />

acción que modifica el mundo físico, es totalmente diferente del tipo de<br />

relación causal presupuesto entre dos términos del mundo físico. Agreguemos<br />

que, cuando se trata de la relación causal entre dos términos del<br />

mundo físico, solemos disponer de la representación de un mecanismo, es<br />

decir que solemos comprender cómo actúa la causa física para producir<br />

el efecto, igualmente físico. La diferencia no es ociosa, ya que el primer<br />

tipo de relación causal, postulada “entre” el mundo material y los estados<br />

de conciencia (y su recíproca), no nos aclara el fenómeno que deseamos<br />

explicar, porque nada nos dice acerca del “mecanismo” por obra del cual<br />

la causa en uno de los dos “territorios”, el físico o el psíquico, produce su<br />

efecto en el otro.<br />

Schrödinger sostiene que la mente no ha podido abordar la gigantesca<br />

tarea de “construir” un mundo “exterior”, objetivo, sin el recurso simplificador<br />

de excluirse a sí misma, de omitirse en su creación conceptual.<br />

Afirma que no podemos sostener a ultranza el modelo conceptual que<br />

nos conduce a un universo unilateralmente material, porque, si la palabra<br />

“universo” designa al conjunto entero de todo lo que existe, es verdad<br />

que en el universo también existe la conciencia. Agrega que los mismos<br />

elementos pueden ser pensados como constituyentes de la mente o como

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