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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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34 Lu i s Ch i o z z a<br />

Esas dos organizaciones conceptuales permiten establecer “disciplinas”<br />

científicas distintas, como lo son la física, que nace de una concepción<br />

“mecánica”, o la psicología que nace de una concepción “histórica”.<br />

En una de esas dos organizaciones conceptuales el cuerpo está determinado<br />

por las leyes físicas que rigen el movimiento de los átomos y es el<br />

efecto resultante de un encadenamiento causal. En la otra, la mente es<br />

un conjunto de intenciones, de significados que se enhebran en series, en<br />

secuencias que poseen un “sentido” porque se encaminan hacia un fin. El<br />

problema acerca de cuál es la “tercera sustancia”, el “puente” que vincula,<br />

en el mundo, el cuerpo con el alma, desaparece entonces, sustituido<br />

por la idea de que nuestro aparato cognoscitivo no ha desarrollado los<br />

conceptos adecuados para representar ese “pasaje” entre las dos formas<br />

de conciencia. A pesar de esa insuficiencia, el conocimiento de cada uno<br />

de los términos del binomio psicofísico produce, desde el punto de vista<br />

de una “doble organización” de la conciencia, un considerable progreso<br />

en el conocimiento del otro.<br />

La segunda de las ideas esenciales deriva de la primera, que postula<br />

que el cuerpo y el alma son dos caras de una misma medalla, porque si<br />

se relacionan de ese modo, cada una de las distintas zonas funcionantes<br />

del cuerpo corresponderá específicamente a un significado distinto<br />

en el terreno del alma. Freud sostenía que cada una de las distintas zonas<br />

erógenas “del cuerpo” aportaba, a la excitación general, un componente<br />

“propio”, es decir, un componente con cualidades específicas. También<br />

afirmaba que muchas veces, examinando los fines de las distintas pulsiones<br />

“del alma” se podían deducir lo que él, en ese momento de su obra,<br />

anterior a la formulación explícita de la segunda hipótesis, consideraba<br />

“las fuentes orgánicas que las originaban”. Reparemos en que, entre las<br />

fantasías que pueblan nuestra vida psíquica conciente (o inconciente),<br />

distinguimos fantasías orales, anales o genitales, que se caracterizan, o<br />

se representan (específicamente), mediante las funciones biológicas que<br />

esos órganos realizan.<br />

Los intentos para representar la función de distintos sectores que constituyen<br />

el cuerpo mediante distintas cualidades del alma inconciente, surgieron<br />

unidos a la necesidad de representar el significado “psíquico” de<br />

algunos trastornos corporales que, como es el caso de la colitis ulcerosa,<br />

la úlcera gastroduodenal, el asma, o la psoriasis, evidenciaban una innegable<br />

relación con los trastornos del alma. Tal como ocurrió en neurología<br />

con las primeras afirmaciones acerca de la localización cerebral

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