IX Certamen Concurso Municipal de Redacción Escolar. Cartas a ...

...Era algo que casi nunca antes me había pasado, y no de ésta manera.
Mis trazos, que se deslizaban con soltura por el papel se habían visto mermados por
una fuerza extraña. Y yo sabía lo que era.
Desde que comencé a dibujar, todos mis dibujos tenían en su interior un
mensaje de confianza, de sentimiento, de superación e intimidad, pese que no fueran
más que garabatos. Hoy no. Hoy sólo aparecían inseguras líneas, terriblemente
vacías, que habían perdido su espíritu. Y por mucho que intentara ignorarlo, la razón
por la que mi trazo se había vuelto contra mí estaba ahí, tras la puerta, gritando.
¿Cómo podía expresar con seguridad lo que siento? ¿Cómo imprimir en papel lo que
sientes, cuando todo lo que escuchas y ves es terror y violencia, día tras día, un poco
más? Bastante he reprimido el miedo a hablarle, pero ahora, ni en mi propio universo
de papel y grafito me siento como en casa... ¿Qué quedó de aquello a lo que
antaño llamábamos casa, a lo que nosotros considerábamos nuestro hogar?
Comenzó poco a poco, mientras él se reafirmaba, y ella se hacía más débil,
destruyendo todas las promesas del pasado, y ahora que lo veo claro, arriesgo a
decir que también las del futuro. Fue como una línea que a medida que avanza el
dibujo no se borra en el momento adecuado, y va tomando fuerza sobre todo el resto
de la obra, mancillándola. Un importante error sin redimir.
Mi madre no era consciente del sentimiento terrible que se nos venía encima,
pues al final terminaba cediendo y considerándose inferior frente al que prometió
serle como uno sólo. Y mi padre, gritaba cada vez más alto, como una línea hecha
a partir del grafito con la textura más oscura que puedas encontrar, y que se abría
inestable paso sobre las demás. Sabía que tarde o temprano llegaría el momento del
contacto físico, y en ese preciso instante, en el que mi padre la golpeó, un terrible
borrón de tinta sacudió mi dibujo y lo ocultó por completo.
Cartas a un maltratador v 27 v