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TEORÍAS DEL BARROCO Alejandro García Malpica Resumen Se ...

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<strong>Alejandro</strong> <strong>García</strong> <strong>Malpica</strong><br />

alegoría, reprochando el carácter teológico de la noción de símbolo de<br />

los románticos. La alegoría para Benjamín no es un tropo o una figura de<br />

estilo que viene a reemplazar una idea por otra que le es análoga. Él ve<br />

en ella un concepto estético que abarca por su coherencia una visión del<br />

mundo. Desde el punto de vista teológico, la intención alegórica depende<br />

de la historia de la naturaleza, de la historia primitiva de la significación.<br />

En la teología de la historia, el nombre se degrada en signo. De allí, la<br />

ausencia arrasada por la tristeza, el duelo de Dios ausente que permite<br />

surgir las formas complementarias del símbolo y de la alegoría, definidas<br />

en función de la categoría del tiempo: “Aún cuando en el símbolo, por la<br />

sublimación del decline, el rostro transfigurado de la naturaleza se rebela<br />

furtivamente en la luz de la redención, en cambio, en la alegoría es la<br />

facies hippocratica de la historia que se ofrece a la mirada del espectador<br />

como un paisaje primitivo petrificado. La historia, en lo que ella siempre<br />

ha tenido de intempestivo, de doloroso, de falta, se inscribe en un rostro<br />

–no una calavera. La alegoría es destructiva, mientras que el símbolo<br />

eleva a una potencia superior a la bella apariencia. En la intuición alegórica<br />

“la imagen es fragmento de escritura sagrada. A partir que ella es tocada<br />

por la luz de la ciencia teológica su belleza simbóloca se volatiza. El falso<br />

semblante de la totalidad se disipa”.(Benjamin,1970:115).<br />

Llegamos a la décima primera definición. Es la del semiólogo italiano<br />

Omar Calabrese (1989) quien propone el término neobarroco para<br />

designar el fenómeno cultural de la postmodernidad, encontrando ésta<br />

última expresión equívoca y genérica a su vez. Sin tratar de imponerle<br />

una fidelidad a la noción neobarroco, Calabrese tan sólo pretende designar<br />

con ella la forma de un contenido, la representación de un surtido de<br />

hechos culturales que “por una forma interna específica (…) puede evocar<br />

el barroco” (1989:31). El autor no quiere sugerir malentendidos con el<br />

prefijo neo para inducir a creer en la idea de repetición o recurrencia del<br />

barroco como un eon en la actualidad, ni tampoco para hacer entender<br />

desde un punto de vista historicista una nueva etapa. Ni metahistórico ni<br />

histórico, con el enunciado neobarroco quiere designar una cierta<br />

morfología o ciertas formas del barroco que coexisten en la actualidad,<br />

pero con sus especificidades y diferencias; por lo tanto negará el principio

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