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Biblia NVI Antiguo Testamento - Iglesia Anglicana Cristo Redentor

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eso las tropas entraron en la ciudad furtivamente, como lo hace un ejército<br />

abochornado por haber huido del combate. 4 Pero el rey, cubriéndose la cara,<br />

seguía gritando a voz en cuello: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Ay, Absalón, hijo<br />

mío, hijo mío!»<br />

5 Entonces Joab fue adonde estaba el rey y le dijo: «Hoy Su Majestad ha<br />

llenado de vergüenza a todos sus siervos que le salvaron la *vida, y la de sus<br />

hijos e hijas y esposas y concubinas. 6 ¡Usted ama a quienes lo odian, y odia a<br />

quienes lo aman! Hoy ha dejado muy en claro que nada le importan sus<br />

generales ni sus soldados. Ahora me doy cuenta de que usted preferiría que<br />

todos nosotros estuviéramos muertos, con tal de que Absalón siguiera con vida.<br />

7 ¡Vamos! ¡Salga usted y anime a sus tropas! Si no lo hace, juro por el SEÑOR<br />

que para esta noche ni un solo soldado se quedará con usted. ¡Y eso sería peor<br />

que todas las calamidades que Su Majestad ha sufrido desde su juventud hasta<br />

ahora!»<br />

8 Ante esto, el rey se levantó y fue a sentarse junto a la puerta de la ciudad.<br />

Cuando los soldados lo supieron, fueron todos a presentarse ante él.<br />

David regresa a Jerusalén<br />

Los israelitas, mientras tanto, habían huido a sus hogares, 9 y por todas las<br />

tribus de Israel se hablaba de la situación. Decían: «El rey nos rescató del<br />

poder de nuestros enemigos; él nos libró del dominio de los filisteos. Por causa<br />

de Absalón tuvo que huir del país. 10 Pero ahora Absalón, al que habíamos<br />

ungido como rey, ha muerto en la batalla. ¿Qué nos impide pedirle al rey que<br />

vuelva?»<br />

11 Entonces el rey David mandó este mensaje a los sacerdotes Sadoc y<br />

Abiatar: «Hablen con los *ancianos de Judá y díganles: “El rey se ha enterado<br />

de lo que se habla por todo Israel. ¿Serán ustedes los últimos en pedirme a mí,<br />

el rey, que regrese a mi palacio? 12 Ustedes son mis hermanos, ¡son de mi<br />

propia sangre! ¿Por qué han de ser los últimos en llamarme?” 13 Díganle<br />

también a Amasá: “¿Acaso no eres de mi propia sangre? Tú serás de por vida<br />

el general de mi ejército, en lugar de Joab. ¡Que Dios me castigue sin piedad si<br />

no lo cumplo!” »<br />

14 Así el rey se ganó el aprecio de todos los de Judá, quienes a una voz le<br />

pidieron que regresara con todas sus tropas, 15 de modo que el rey emprendió<br />

el viaje y llegó hasta el Jordán. Los de Judá se dirigieron entonces a Guilgal<br />

para encontrarse con el rey y acompañarlo a cruzar el río. 16 Pero el benjaminita<br />

Simí hijo de Guerá, oriundo de Bajurín, se apresuró a bajar con los de Judá

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