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Biblia NVI Antiguo Testamento - Iglesia Anglicana Cristo Redentor

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Así lo engañó, 19 y el hombre de Dios volvió con él, y comió y bebió en su<br />

casa. 20 Mientras estaban sentados a la mesa, la palabra del SEÑOR vino al<br />

profeta que lo había hecho volver. 21 Entonces el profeta le anunció al hombre<br />

de Dios que había llegado de Judá:<br />

—Así dice el SEÑOR: “Has desafiado la palabra del SEÑOR y no has<br />

cumplido la orden que el SEÑOR tu Dios te dio. 22 Has vuelto para comer pan y<br />

beber agua en el lugar donde él te dijo que no lo hicieras. Por lo tanto, no será<br />

sepultado tu cuerpo en la tumba de tus antepasados.”<br />

23 Cuando el hombre de Dios terminó de comer y beber, el profeta que lo<br />

había hecho volver le aparejó un asno, 24 y el hombre de Dios se puso en<br />

camino. Pero un león le salió al paso y lo mató, dejándolo tendido en el camino.<br />

Sin embargo, el león y el asno se quedaron junto al cuerpo. 25 Al ver el cuerpo<br />

tendido, y al león cuidando el cuerpo, los que pasaban por el camino llevaron la<br />

noticia a la ciudad donde vivía el profeta anciano.<br />

26 Cuando el profeta que lo había hecho volver de su viaje se enteró de eso,<br />

dijo: «Ahí tienen al hombre de Dios que desafió la palabra del SEÑOR. Por eso<br />

el SEÑOR lo entregó al león, que lo ha matado y despedazado, como la palabra<br />

del SEÑOR se lo había advertido.»<br />

27 Luego el profeta les dijo a sus hijos: «Aparéjenme el asno.» En cuanto lo<br />

hicieron, 28 el profeta salió y encontró el cuerpo tendido en el camino, con el<br />

asno y el león junto a él. El león no se había comido el cadáver, ni había<br />

despedazado al asno. 29 Entonces el profeta levantó el cadáver del hombre de<br />

Dios, lo puso sobre el asno y se lo llevó de vuelta a la ciudad para hacer duelo<br />

por él y enterrarlo. 30 Luego lo puso en la tumba de su propiedad, e hicieron<br />

duelo por él, clamando: «¡Ay, hermano mío!»<br />

31 Después de enterrarlo, el profeta les dijo a sus hijos: «Cuando yo muera,<br />

entiérrenme en la misma tumba donde está enterrado el hombre de Dios, y<br />

pongan mis huesos junto a los suyos. 32 Porque ciertamente se cumplirá la<br />

sentencia que, en obediencia a la palabra del SEÑOR, él pronunció contra el<br />

altar de Betel y contra todos los santuarios paganos que están en los montes de<br />

las ciudades de Samaria.»<br />

33 Con todo, Jeroboán no cambió su mala conducta, sino que una vez más<br />

puso como sacerdotes para los santuarios paganos a toda clase de gente. A<br />

cualquiera que deseaba ser sacerdote de esos santuarios, él lo consagraba<br />

como tal. 34 Esa conducta llevó a la dinastía de Jeroboán a pecar, y causó su<br />

caída y su desaparición de la faz de la tierra.

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