IMANUS BAJO 11.PERID

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memoria del
tino había sido elegida para guardar la
sus
q
ue la ocupaba,
siempre viva en los corazones de .
conciudadanos, su quinta de Tusculum era su sitio
predilecto para el retiro y para el estudio. Tambien
aquí, áun cuando muy distante de Roma para ser él
un objeto de observacion, sus pórticos daban vista á
su amada ciudad, de donde jamás podía apartar sus
miradas. Desde la colina sobre que estaba situada
estaquinta, el espectador contemplaba una, grande
y variada perspectiva, rica á la vez que en belleza
natural, en recuerdos históricos. La llanura que á
sus piés se extendía, había sido el campo de batalla
de los reyes romanos y de la naciente República;
se veían diseminados por do quiera sepulcros de mármol
de patricios y consulares: la atravesaban las largas
y rectas lineas de los caminos militares por donde
eran conducidos los estandartes de la conquista
hasta Parthia y Arabia. A la derecha, sobre la vega y
por entre el arbolado, serpenteaban riachuelos y contemplaba
las blancas torrecillas de Tíbur, , Esula
Prwneste, colocadas como una sarta de perlas en el
seno de las montañas cabinas; en la izquierda, las brillantes
ondas del Alba, hundidas en su verde cráter,
el elevado cono de Júpiter Latiaris, las encinas de.
Aricia, los pinos de Laurentum, y el mar con buques
de todas las naciones, con rumbo á las playas de'
Ostia. Ante su vista se presentaba lejana y ocupando
una gran extension la poderosa . ciudad señora
del mundo, radiante al ser bañada por el sol, con su
armadura completa de tejados y reflejando rayos
de
luz hacia la bóveda azul que la cubria (1). La anti-
(!) Este efeto debe haber sido más notable en tiempo de
on que lo es en la a.r tualidad, á eausa de la mayor exten-