IMANUS BAJO 11.PERID

fié derribado inmediatamente; sus súbditos puestos
á las órdenes de un gobernador romano, y los fatales
tesoros que él había acumulado, ingresaron con
la más estricta fidelidad en las arcas del Estado (1).
Bueno sería para la reputacion del modelo más ilustre
de virtud republicana que la narracion de este
suceso pudiela detenerse aquí; pero debe añadir
que Caton, habiendo así llenado lo que él podía consideradar
nada m .iis que su deber como ciudadano,
léjos de protestar illégo contra la injusticia del decreto,
parece nits bien haberse enorgullecido de su
mision, como si redundara en honra suya no ménos
que en suprovecho, y como probablemente había previsto
Clodio, llegó á ser el defensor de los actos del
tribunado de su patrono. No sólo rechazó los pretextos
que Ciceron despues expuso para excusar su mision,
sino que combatió abiertamente las tentativas
del orador, despues de su regreso del destierro, para
estigmatizar la administracion su desconcertado
perseguidor (2). Tampoco disminuyó su celo en defensa
del autor de su nombramiento, á pesar del insulto
que le infirió Clodio, inquiriendo la exactitud
de las cuentas rendidas por él al pueblo, dando á entender
así que había abusado de la misionque se le
había confiado. A Caton debió ofenderle esto, tanto
más, cuanto que sus mismos partidarios habíanya
(1) La probidad de Caten siempre era jactanciosa; compárece
Vell., 11, 45, y Plut., Cat. Mi n.. 39. Cuando se (lió á la vela
por el Tíber con sus tesoros, los cónsules y principales del
pueblo salieron en procesion á su encuentro; pero no se detuvo
ni aun para saludarles hasta que hubo depositado su carga
en el tesoro. Regresó de su mislon, 698 de la C. Plut., loc. cit.,
Appiano comete una extraña equivocación, diciendoque no
terminó en realidad su cometido hasta el consulado de Pompeya
702 de la C.; App•, B. C., II, 23.
(2) Hut., raf...117/¿., 40.