IMANUS BAJO 11.PERID

O
Era evidente, en vista de estas proféticas palabras,
que existía otro poder más grande detrás del tribuno,
que los cónsules protegerían o vengarían al tribuno,
y, en último término, sería apoyado por los
mismos triumviros (1) . A los ojos de la generalidad,
sin embargo, se condena Ciceron á sí mismo por su
P
reci pitada huida ántes de haber sido objeto de una
acusacion formal. Puede calcularse cuántas dificultades
habrían sobrevenido si se hubiera defendido legalmente
, á juzgar por las ficciones y evasivas á
que tuvo que recurrir su enemigo con el fin de obtener
un fallo condenatorio, á pesar de estar ausente.
El mismo dia que abandonó la ciudad, convocó Clodio
al pueblo é hizo que su cliente Sexto propusiera
una resolucion por la que el cónsul deportado fuese
denunciado como el autor de la muerte de varios ciudadanos
sin ninguna forma de proceso. Por el mismo
decreto se le privó del fuego y del agua, y del derecho
de asilo. La fórmula declaraba tambien en su
malicia disimulada, que se aplicaría todo el rigor de
las leyes á aquel que propusiera el regreso del cónsul
ántes de que hubiesen resucitado las víctimas de
su tiranía (2).
Dificultades que se habrían opuesto, sin duda, C'L
su condenacion legal. Con el fin de que se aprobase
esta resolucion hasta en la asamblea popular,
á pesar de lo celosa que de ordinario se mostraba
contra las usurpaciones del Senado, y excitada é irritada
ahora contra él por intrigantes artificiosos,
era necesario manifestar que el decreto por el cual
(1) Este rpunto de vista está presentado con los más vivos
colores en el discurso, Pro Sest., 16-20.
(2) Clodianorum dux: Asconius, in Pison., 8: «Sextus Clodius
familiarissimus P. Clodii et operarum.»