IMANUS BAJO 11.PERID

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vidioso de él, corno rival en la elocuencia; pero en
otros lugares, envuelve á sus amigos en general en
una acusacion comun: «Aquellos para quienes yo
creia que mi seguridad era lo más estimable, me han
tratado como los en1-milos más crueles; citando me vieron
perder las esperanzas gozaban con mis temores y me
empujaban 1i/deja el abismo. Tampoco perdona al mismo
Atico, km cuando le da las mayores seguridades
de su confianza. Con el tiempo llega á tal
punto su desesperacion, que empieza á discutir la
cuestion del suicidio, y presenta sus argumentos de
tal manera, que hace temer á sus amigos que sus
penas tengan un fin desastroso (1). No debe admirarnos,
pues, que manifestasen ciertos temores
acerca de la salud mental del paciente (2). Pero sin
imputarle ninguna impostura intencional, debe concederse
que Ciceron, corno orador y declamador, había
incurrido en la exageracion hasta el punto de
conservar pocas facultades para mirar con calma las
cosas que excitaban sus sentimientos, ó cuando ménos
para expresarse y hablar de ellas con claridad y
templanza. lujúriase, sin duda, á sí mismo en la descripcion
exagerada que ha trazado de su propia imbecilidad.
El podía creer que movía así ád compásion
á sus contemporáneos, abultando sus propias flaquezas;
pero ha estado á punto de perder, por dicha razon,
el respeto de la posteridad. Hubiera podido ser
menos pródigo en quejas respecto de sus propios
defectos, y espresar con más calor y frecuencia cuán
impregnado se hallaba de la degradacion de supartido
y de su país.
(I) Cic., ad Att., III, 9. ad Qu. Fr.
( 9) Cic.. ad .4 tt .,III, 13; «Serib'.3 te audire me etiam mentir
errare ex dolorP