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En el verso tres se inician dos expresiones “así dice el señor”. En la primera<br />
se anuncia una catástrofe cuando dice, “La ciudad que sale con mil, se quedará<br />
con cien; y la que sale con cien, se quedará con diez, en la casa de Israel”. En la<br />
segunda “así dice el señor” el mensaje es totalmente diferente, porque se da un<br />
llamado de esperanza aun en medio del juicio, cuando utiliza los verbos buscadme,<br />
y viviréis, lo que muestra el perfecto amor de Dios hacia su pueblo, Dios está más<br />
interesado en el arrepentimiento de Israel que en el castigo. El castigo es solo un<br />
recurso para que el pueblo cambie su manera de actuar y vuelva a su Dios.<br />
Hay un llamado y consejo a la vez en los versos cinco y seis cuando dice:<br />
“Pero no busquéis a Betel, ni vayáis a Gilgal, ni paséis a Beerseba.” Estos eran tres<br />
lugares de adoración en la nación de Israel, la razón era que estos lugares estaban<br />
en desgracia e iban a ser cautivos, pero además, el llamado principal era más que<br />
buscar en lugares, había que buscar a Dios, cuando dice “Buscad al SEÑOR y<br />
viviréis”, una vez más el llamado a buscar a Dios para obtener la vida.<br />
Estos versos son un motivo de reflexión para entender que desde el Antiguo<br />
hasta el Nuevo Testamento, el objetivo principal de Dios no es que el ser humano<br />
haga de los lugares un centro de adoración, a pesar de que es importante tener un<br />
lugar, es mas importante, a quién y cómo debe ser esa adoración.<br />
El verso seis termina con la declaración de juicio, y el verso siete continua<br />
explicando el por qué de este juicio, cuando dice: “a los que convierten el juicio en<br />
ajenjo y echan por tierra la justicia”. Ajenjo significa Hiel, la justicia era amarga<br />
como la hiel y estaba por el suelo, por esta razón venia castigo de parte de Dios.<br />
En los versos ocho y nueve, con un lenguaje poético, el profeta proclama el<br />
poder y la autoridad de Dios sobre todas las cosas cuando dice” El que hizo las<br />
Pléyades y el Orión, cambia las densas tinieblas en aurora, y hace oscurecer el día<br />
en noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra:<br />
el SEÑOR es su nombre. Él es quien desencadena destrucción sobre el fuerte, y<br />
hace que la ruina venga sobre la fortaleza.”<br />
Hay una descripción sorprendente del deterioro espiritual y moral del pueblo<br />
de Israel en los versos del diez al trece, estos se resumen de la siguiente manera:<br />
“Ellos odian en la puerta al que reprende, y aborrecen al que habla con integridad.<br />
Imponéis fuertes impuestos sobre el pobre y exigís de él tributo de grano, pues yo<br />
sé que muchas son vuestras transgresiones y graves vuestros pecados: oprimís al<br />
justo, aceptáis soborno y rechazáis a los pobres en la puerta. Por tanto, el<br />
prudente se calla en ese tiempo, pues es tiempo malo”.<br />
En los versos catorce y quince se exhorta a: “Buscad lo bueno y no lo malo,<br />
para que viváis; y así sea con vosotros el SEÑOR, Dios de los ejércitos, tal como<br />
habéis dicho. Aborreced el mal, amad el bien, y estableced la justicia en la puerta.<br />
Tal vez el SEÑOR, Dios de los ejércitos, sea misericordioso con el remanente de<br />
José”.<br />
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