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CÓMO LEER E INTERPRETAR EL LIBRO DEL ... - MINTS español

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(Sal. 136). La “novedad” tiene con frecuencia en la Biblia el sabor de una realidad<br />

perfecta y definitiva. Son los albores a la plenitud salvífica que sella la ajetreada y<br />

pecaminosa historia de la humanidad. El cántico de Isaías se caracteriza por este<br />

elevado tono.<br />

Dios, por medio del profeta y de los salmistas nos invita a elevar al Señor un “cántico<br />

nuevo” (Is. 42:10-12). Todo espacio queda involucrado en este deber de adoración,<br />

alabanza y gratitud para con el Señor, aún las tribus nómadas de Cedar (Is. 21:16-17).<br />

Todos los habitantes de la tierra son invitados a participar en una especie de numeroso<br />

coro para aclamar al Señor exaltándole y dándole la gloria que sólo a Él pertenece.<br />

Luego, de la solemne invitación al cántico (Is. 42:10-12), el profeta pone en la escena al<br />

Señor, representado como el Dios del éxodo que ha librado a su pueblo de la esclavitud<br />

de Egipto: “El Señor sale como un héroe, excita su ardor como un guerrero” (Is.<br />

42:13). Siembra el terror entre los adversarios, que oprimen a los demás y cometen<br />

injusticias. El cántico de Moisés también presenta al Señor durante la travesía del mar<br />

Rojo como un “guerrero”, dispuesto a alzar su diestra poderosa para atemorizar a los<br />

enemigos (Éx. 15:3-8). Con el regreso de los judíos de la deportación de Babilonia está<br />

a punto de tener lugar una salvación poderosa similar a la del éxodo y los fieles tienen<br />

que ser conscientes de que la historia no queda en manos del destino caótico de las<br />

potencias opresoras. La última palabra le corresponde a Dios justo y fuerte. El salmista<br />

David, en su canto decía: “Danos ayuda contra el adversario, que es vano el socorro<br />

del hombre” (Sal. 59:13).<br />

Al entrar en escena, el Señor expone con vehemencia palabras de salvación para su<br />

pueblo y de juicio para los opresores (Is. 42:14-16). Les recuerda que “desde antiguo”<br />

guardó “silencio”, es decir, no intervino. El silencio divino es frecuentemente motivo<br />

de perplejidad, incluso de escándalo para el justo, según testimonio bíblico (Job 3:1-26).<br />

Sin embargo, este silencio no indica ausencia, como si la historia quedara en manos de<br />

los perversos y el Señor permaneciera indiferente e impasible. Estar callado desemboca<br />

en una relación parecida a los dolores de parto de la mujer que tiene que hacer<br />

esfuerzos, sudar y gritar. No obstante, el juicio divino sobre el mal tiene como meta un<br />

resultado vivo y fecundo, para sus seguidores, que deben dar gracias a Él por su<br />

poderosa liberación.<br />

Los creyentes están capacitados para percibir los signos de la acción divina, aún cuando<br />

está escondida por el devenir monótono y sin sentido aparente. Descubrir con los ojos<br />

de la fe esta presencia divina en el espacio y tiempo, actuando a nuestro favor, es fuente<br />

de esperanza y confianza, incluso cuando nuestro corazón está turbado y sacudido.<br />

“Como se estremecen los árboles del bosque por el viento” (Is. 7:2). El Señor aparece<br />

en la escena para regir y juzgar “con justicia y rectitud” (Sal. 95:13). Su juicio es el<br />

preámbulo de su reinado de libertad y salvación definitiva para los suyos.<br />

Con estas notas introductorias en mente, resonando en nuestro corazón, procederemos a<br />

entrar en materia en lo relacionado con el estudio introductorio al libro de Isaías.

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